lunes, 25 de mayo de 2009

Eduardo Manostijeras


Eduardo Manostijeras - Cartel
Supongo que todos sabéis lo complicado que es dar con algo entretenido que ver un sábado por la noche, sobretodo si no se es amante de los botellones o los cubatas de garrafón, como nos ocurre en nuestro caso. No es que no nos guste salir por ahí, pero la verdad, donde esté pasarnos un rato juntitos en el sofá, que se quiten los ‘ones’ (garrafones y botellones).

Pues bien, esta vez fue todo lo contrario, simplemente poner en marcha el DVD y darle al play. Ahí estaba una pequeña joya, casi diríamos que un nuevo clásico, "Eduardo Manostijeras", del gran fabulista: Tim Burton.

La historia empieza con la imagen de una abuelita acunando a su nieta, mientras la pequeña le suelta una de esas preguntas que sólo los niños son capaces de hacer: “Abuela, ¿de donde viene la nieve?”

Algunos hubiésemos contestado con un: “del cielo”, otros con silencio, pero, para la abuelita de esa niña, la pregunta fue como una puerta abierta a la fantasía, a la historia, al amor… a Eduardo.

El desarrollo de la historia, se sitúa muchos, muchos años atrás de esa noche, en una colorista urbanización donde una representante de AVON (supongo que os sonará eso de: “¡Avon llama a su puerta!”) intenta vender algún cosmético para ayudar a su economía familiar, pero le resulta difícil, ya que sus vecinas y amigas, están más dispuesta a marujear (o sea, consumir sus vidas entre la crítica al resto, mirar lo que pasa en y por la calle desde el anonimato de su casa, y como no, llamar por teléfono para contar ‘la última’ del vecindario) que comprarle nada.

Como último recurso, decide subir hasta la lúgubre mansión que corona un monte cercano, pero allí, en vez de encontrar a clientes, se encuentra con un chico (Eduardo) con una extraña peculiaridad: tiene tijeras en vez de manos.

Sin dudarlo ni un instante, la mujer se lleva a Eduardo a su casa, donde poco a poco y pese a sus diferencias, se va integrando tanto a la vida en familia, como en sociedad, hasta que... bueno, supongo que ya os los estáis imaginando, hasta que la propia sociedad saca a relucir sus peores rasgos:

• La adulación: Mientras Eduardo (Johnny Depp) es la novedad, todo el mundo quiere estar con él, hacérselo suyo.
• La hipocresía: Todos son amigos suyos, le llevan comida, se la dan a probar, todos conocen a alguien que puede ayudarle en “su problema”, aunque lógicamente, nadie lo hace.
• El rechazo a la diferencia: Cuando empiezan a surgir los problemas, para sus vecinos, Eduardo es culpable sin presunción de inocencia. Ya sabéis, siempre es mejor acusar al débil, al diferente en vez de al “hijo de papá”.

Por otro lado, remarcar otro de los reflejos, este en positivo:

• El amor. Los del equipo lo sabemos, y mucha gente también, pero Burton nos lo refleja claramente en "Eduardo Manostijeras" , el amor es ciego, sabio, y no entiende de diferencias, simplemente cuando dos corazones laten al compás sale esa llama que difícilmente se apagará, aunque sople el viento, llueva o incluso nieve.

En esta ocasión los miembros del equipo lo hemos tenido más que claro, clarísimo: "Eduardo Manostijeras" es una pequeña obra de arte, un nuevo clásico, una de esas cintas imprescindible en cualquier filmoteca (privada, particular, grande, pequeña, ...) que se precie. ¿La puntuación? Un 9.5, obtenida con un 10 de parte de J, y un 9 de parte del otro J.





Título original: "Edward Scissorhands”– 1990 – USA
Dirigida por: Tim Burton
Género: Drama, Fantástico
Duración: 89 minutos
domingo, 17 de mayo de 2009

Ángeles y demonios

Ángeles y Demonios - CartelSeñoras y señores, ladies and gentleman, monsieur et mademoiselles, bienvenidos al… ¡Circo de la discordia!

Bueno, para ser sinceros, no fue exactamente así, aunque la sensación que tuvimos al salir de sala al ver “Ángeles y demonios” se le pareció mucho, y es que no hubo para más, sobre todo, tratándose de la adaptación cinematográfica de uno de los best-sellers más sonados de los últimos años, escrito por el más que mediocre (y millonario, por su propia suerte) Dan Brown, creador de la saga protagonizada por Robert Langdon, “Ángeles y demonios” y “El código Da Vinci”.

Y mirad que nos lo preparamos con tiempo, comprando las entradas con antelación (aunque, una vez vista la ocupación de la sala, no hubiese hecho falta).

A ver, al tajo que como siempre, se nos va bastante la pinza. La historia, para aquellos que no hayáis sucumbido a la presión mediática de leer “El código Da Vinci” y su precuela “Ángeles y demonios”, se centra en la investigación de misterios del pasado de la iglesia (católica, apostólica y romana, para más señas), y para ser más exactos, en esta ocasión, en la reaparición de la antigua corriente o sociedad secreta de los “Illuminatti”.

La historia se desarrolla en el periodo comprendido en la muerte del Papa y la elección del siguiente, periodo en el cual, la iglesia queda en poder del camarlengo (algo así como el criado principal del Papa). Pues bien, en “Ángeles y demonios", durante ese periodo de vacío de poder, reaparecen los “Illuminatti”, colocando una bomba de antimateria (a saber que será eso) en las entrañas del propio Vaticano, a la par que secuestran a 4 de los cardenales candidatos a la sucesión del Papa.

Como la cosa parece seria, el Vaticano ordena acudir en busca del profesor Langdon, para que les ayude a solucionar el problema.

¿Qué más os podría contar sin desgranar la película? Pues, por ejemplo, el paralelismo total que mantiene con “El código Da Vinci”, es decir, profesor anti-iglesia se ve mezclado en un turbio asunto de la misma, ayudándose de una bella compañera y luchando con los malos-malosos como si se tratara de un Indiana Jones moderno.

¿Qué os podemos destacar de la película? La verdad es que nos resulta difícil ponernos de acuerdo, y decir que ‘nada’ resultaría poco creíble, así que a cambio de un pincho llegamos al acuerdo de subrayar tanto la actuación de Tom Hanks en el papel de Robert Langdon (el cual lo borda, sin paliativos) junto con el tour turístico que nos ofrecen por la bella Roma, a ritmo de persecución por sus calles, todo ello aderezado al utilizar para ello unos flamantes Lancia Delta (ya veis, aquí sí que el equipo de la película ha cuidado los detalles).

Por el contrario, en el lado negativo, cabe destacar que… ¡¡se han cargado el libro!! Y mirad que no hacia falta, ya que el libro parecía un guión por si mismo, y lo que ha hecho el señor Ron Howard (el director de la cosa), es coger el hilo argumental principal y reinventarse la historia (se ha comido asesinatos, investigaciones e incluso personajes, mientras que otros les ha cambiado el nombre, por ejemplo, el camarlengo, que se llamaba Carlo Ventresca, él sabrá porqué, pero en la película se llama Patrick).

Donde el equipo, no ha llegado a ningún acuerdo es en la puntuación, ya que tenemos por un lado un más que generoso: 6.5, mientras por el otro lado, la puntuación, roza un roñoso: 3.5, así que, la nota final del equipo es un 5 sobre 10.

Señor Ron Howard, ¿es que usted desconoce la existencia del término medio? No se puede pasar de copiar literalmente un libro, tal y como hizo en “El código Da Vinci”, a prácticamente no tenerlo en cuenta en su versión de “Ángeles y demonios”. ¡A ver si se aplica un poco más!





Título original: "Angels and Demons" – 2009 – USA
Dirigida por: Row Howard
Género: Intriga
Duración: 138 minutos