Hace ya bastantes años,
cuando uno pensaba en superhéroes llegaba a plantearse la pregunta de “¿soy de
Superman o de Spiderman?”, es decir, una de esas preguntas tan míticas como
aquella sobre el Cola-Cao® o Nesquik®. No obstante, con un
2016 prácticamente superado y en un mundo en plena evolución, esta pregunta se
ha quedado algo "viejuna".
Desde comienzos del
presente siglo, y coincidiendo con el resurgimiento de Marvel en las salas de
cine, han visto la luz a gran escala decenas de superhéroes a los que antes
únicamente conocían los admiradores de los comics de la compañía. En este 2016,
y tras varias decenas de películas, los cines de todo el mundo recibieron a
todo un ‘desconocido’ que ha conseguido independizarse de su papel de
secundario en la saga “X-MEN” llamado Deadpool.
Cuando esta película llegó
a nuestras pantallas no nos llamó mucho la atención, por lo que optamos por
dejarla en el cajón de futuribles aunque, con el tiempo, y tras informarnos un
poco más sobre este descarado personaje, optamos por darle una oportunidad desde
la comodidad de nuestro sofá.
Si os somos sinceros,
no sabemos muy bien la razón por la que nos acabamos decidiendo a verla, aunque
puede que tanto el buen sabor de boca que nos dejó "Hancock" (otro de los
superhéroes descarados, lenguaraces y atípicos), como lo bien que nos cae su actor
protagonista, Ryan Reynolds, tuviesen algo que ver. Sea por lo que sea, nos
acomodamos en el sofá y le dimos al “play”.
La historia empieza
presentándonos a Wade Wilson (Ryan Reynolds) un antiguo agente de la fuerzas
especiales de los EE.UU. que dedica su vida a ser un “matón a sueldo” ayudando
a gente que, de no ser por él, estaría indefensa. Un día, Wade recibe la mala
noticia de que su vida está en peligro a causa de una grave enfermedad.
Como la afección de
Wilson no tiene solución posible mediante la medicina convencional, decide
someterse a un arriesgado experimento, el “Arma X”. Dicho experimento resulta
ser una compleja modificación genética que consigue su objetivo, parar la
enfermedad mortal de Wilson, aunque provocándole a cambio un par de efectos
secundarios de lo más curiosos. Así, el primero consiste en la regeneración
automática de toda agresión que sufre en su cuerpo, siendo el segundo de ellos
la deformación total de su cuerpo y su rostro.
Preso de grandes deseos
de venganza, Wade Wilson decide aprovechar para su beneficio su drama personal,
aunque incrementando su ironía sea cual sea la situación que viva o el riesgo
que esté sorteando.
Deadpool en busca de acción |
A nivel argumental, la
película es más bien intrascendente aportando entre poco y nada al actual cine
de superhéroes (o, en este caso, antihéroes). Así, consideramos que “Deadpool” es
una cinta pensada para el lucimiento físico e interpretativo de Ryan Reynolds,
quien es el dueño y señor de todas las escenas tanto por el nivel de acción de
las mismas, como por su socarrón y vulgar vocabulario.
Interpretativamente, podemos
aseguraros que Ryan Reynolds está más que bien, haciendo suyo el personaje y
llevándolo un poco por donde él quiere. No obstante, el nivel de presencia de
Deadpool deja en un tercer o cuarto plano al resto de los personajes, dado que
quedan tan difuminados por el protagonista que casi podemos considerarlos como
simple attrezzo de la película.
Llegados a este punto,
la mayoría os preguntaréis por nuestra valoración final, y no es de extrañar
con tanta cal y tanta arena que le hemos dado. Así que, por todo lo que os hemos contado, nuestra nota final para "Deadpool" es de un 6 sobre 10, porque realmente con
tanta acción y tanto sarcasmo, no llegó a aburrirnos en ningún momento, aunque sin
llegar a ser en ningún momento una cinta de nuestro gusto.
Verla o no, depende de
vosotros.
Título original:
“Deadpool” – USA – 2016
Dirigida por: Tim
Miller
Duración: 106 minutos
Género: Acción,
Fantástico, Comedia
"Deadpool 2 " - 2018
"Deadpool y Lobezno" - 2024
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