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miércoles, 14 de febrero de 2024

Whiplash

Whiplash - Poster
En el mundo de cine hay varios festivales que, de una forma u otra marcan la temporada y, en muchas ocasiones el éxito de una película. A todos nos viene a la cabeza el Festival de Cannes (en Francia), la Biennale de cine de Venecia (en Italia), en más pequeño formato, pero igualmente excepcional el Zinemaldia o Festival Internacional de cine de San Sebastián (en España), pero hay otro que, aunque mucho más reciente que estos, ha sido plataforma de lanzamiento de grandes títulos, os hablamos del Festival de Cine de Sundance (en Utah, Estados Unidos).

En Sundance, a diferencia del resto de festivales, no se presentan las películas más comerciales, sino más bien, las englobadas dentro de lo que conocemos como cine independiente. Con todo, de allí han salidos grandísimas películas como “Precious”, “Whiplash”, “Beach Rats”, “Tierra de Dios”, “Minari” o “Pequeña miss Sunshine” que se han catapultado como mejores a la mayoría de sus rivales comerciales.

En esta entrada nos centraremos en una de estas películas, la ganadora del festival de 2014 “Whiplash”, una cinta de Damien Chazelle que, pese a no conseguir el éxito en taquilla, ha maravillado a quien ha optado por verla, y hoy en este pequeño rincón os contaremos el porqué.

“Whiplash” empieza presentándonos a Andrew Neiman (a quien da vida Miles Teller), un joven estudiante de primer año de jazz en el Conservatorio Shaffer de Nueva York.  Andrew es el primer integrante de su familia en dedicarse a la música, su gran pasión y su gran sueño, ser un baterista de talla mundial.

Un día, mientras estaba practicando en solitario en una de las salas del conservatorio, hace acto de presencia Terence Fletcher (interpretado por J. K. Simmons), un célebre director de orquesta y profesor del Conservatorio. Fletcher es temido por todos los alumnos por sus radicales métodos, pero a la vez, es la ilusión de todo alumno que se fije en él.

El día de su encuentro, y pese a que la prueba a la es sometido no sale bien del todo, Neiman recibe la invitación de Terence para ensayar con su grupo, la Studio Band, ocupando el puesto de batería suplente.

Ya en el primer ensayo, Neiman se da cuenta de cómo las gasta Terence, insultando gravemente a sus estudiantes y echándolos del grupo al menor error. Cuando le toca ensayar “Whiplash”, una complicada pieza, Neiman sufre en sus propias carnes el maltrato del director, quien le acusa de no mantener el ritmo hasta el punto de que, preso de los nervios le lanza una silla y le castiga provocando las lágrimas del joven estudiante.

En día sucesivos, Neiman se deja, literalmente, la piel ensayando y buscando el ritmo que pretende Terence. Esta entrega hace que la relación entre ambos mejore hasta el punto de que el profesor se lleva al alumno a una competición. Allí, Neiman debe sustituir al baterista principal ya que este, ha perdido la partitura y no se la sabe de memoria. El éxito es total valiéndole a Neiman la plaza de batería principal.

Con todo, la alegría le dura poco, pues Terence ficha a un nuevo baterista, bastante menos talentoso que los dos anteriores. En la preparación de una nueva competición, los tres bateristas deben enfrentarse a una maratoniana sesión en la que Terence pierde los nervios, les patea e insulta constantemente.


Neiman y Terence en pleno ensayo
Neiman y Terence en pleno ensayo


Finalmente, la plaza es para Neiman quien el día de la competición sufrirá un aparatoso accidente después de un calamitoso viaje hacia el concierto. Con todo, y después de enfrentarse a Terence, Neiman toca ensangrentado y herido como baterista en el concierto, aunque a Terence no le gusta y detiene la interpretación despidiéndole allí mismo. Este acto acaba provocando que Neiman agreda al director en pleno escenario. Como es obvio, Neiman es expulsado de Shaffer, no sin antes, y con la ayuda de su padre denunciar a Terence.

Después de unos meses alejado de la música y de su ilusión, las vidas de Neiman y Terence vuelven a encontrarse para la lucha final, aunque esto, como ya os podéis imaginar nos guardaremos celosamente.

Técnicamente os diremos que “Whiplash” se adentra en el mundo de la superación personal, aunque, mezclado magistralmente con el arte, la sumisión y porque no decirlo, en muchas ocasiones, la humillación y lo hace usando un curioso juego de poderes entre maestro y alumno con una dialéctica cruel y descarnada, que es a la postre, lo que le aporta un toque distinto a otras películas que abordan el mismo tema.

Otro de los puntos donde “Whiplash” sobresale es la banda sonora, algo que, realmente se agradece, tanto para suavizar los enfrentamientos como a la vez, para dar profundidad a los mismos y meternos en un mundo, para muchos, desconocido, el del jazz. Gracias a su banda sonora, entramos en el mundo del jazz y casi sin degustarlo, el creciente ritmo y tensión que se le impone a “Whiplash” se nos transmite directamente, sufriendo por Neiman frente al más que exigente Terence.

Interpretativamente os diremos que, “Whiplash” cuenta con dos interpretaciones magistrales, la del tirano Terence Fletcher (interpretado por J. K. Simmons) y la del contenido, constante y luchador Andrew Neiman (a quien da vida Miles Teller), dos trabajos con los que ambos se lucen se compenetran y cumplimentan mientras evolucionan por diferentes estados emocionales. Ambos realmente soberbios.

No os vamos a engañar, en el equipo no conocíamos nada de “Whiplash” y nos cautivó durante todo su metraje, por tanto, por esto y por todo lo que os hemos contado, nuestra nota final para “Whiplash” es de un 8 sobre 10.





Título original: “Whiplash” - 2014 - USA
Dirigida por: Damien Chazelle
Duración: 103 minutos
Género: Drama, musical

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