Muchas veces, a la hora
de escoger una película, nos dejamos guiar por las grandes campañas de
publicidad (en televisión, internet, marquesinas de bus, metro, etc.) y nos
perdemos pequeñas joyas que deberían tener más espacio en nuestras carteleras,
pero al estar encajadas dentro del llamado cine independiente, pasan por ellas
con más pena que gloria.
En esta entrada os
vamos a hablar de una de estas películas, la cual pese a llevarse uno de los
premios grandes del Festival de Sundance 2017 (a la mejor dirección), ha
llegado a su máxima difusión cuando ha entrado a formar parte del catálogo de
la plataforma de streaming Netflix. Os estamos hablando del drama “Beach Rats”.
La historia de “Beach
Rats” nos desplaza directamente al distrito neoyorquino de Brooklyn, donde nos
encontramos con Frankie (Harris Dickinson), un chico de 19 años. Fuera de casa,
Frankie es un pandillero más, fuma porros, presume de abdominales y se mueve en
manada con sus amigos, en casa es alguien radicalmente distinto, un joven machacado
por el cáncer terminal de su padre y la insistencia de su madre en que lleve a
casa una novia.
Para escapar de su
atormentada vida, Frankie se enfunda la armadura de los amigos, los paseos por
la playa y las drogas, pero ni con ellos es capaz de conseguir un mínimo de
tranquilidad o felicidad, ya que tiene un auténtico conflicto personal, asumir
y vivir su sexualidad. Para intentarlo, Frankie se escuda en una nueva máscara,
la que le proporcionan las páginas de internet y foros gais.
En plena temporada de
playa y durante una de sus visitas pandilleras a Coney Island conoce a Simone
(Madeline Weinstein), una chica joven, inteligente y absorbente. Pese a la
animadversión inicial, Frankie ve en Simone la opción perfecta para hacer feliz
a su madre y a la vez, potenciar su imagen de heterosexual ante sus amigos, por
tanto, pese a la escasa atracción sexual que siente por la chica acaba
iniciando una relación con ella.
Lo que podía ser un
alivio en la vida de Frankie, su relación con Simone, acaba provocando su
siguiente paso en su vida oculta, quedar con hombres mayores para tener sexo
con ellos, aunque como os decimos habitualmente, ha llegado el momento de
deciros, hasta aquí lo que os podemos contar de “Beach Rats”.
Técnicamente con “Beach
Rats” nos encontramos ante una película ciertamente complicada que, su
directora, Eliza Hittman logró llevar a cabo con notable destreza pese a ser su
segunda película. La aceptación de la propia sexualidad en un entorno hostil e
híper masculino visto a través del prisma femenino de su directora queda
perfectamente reflejada “Beach Rats”, tanto en las escenas de alto voltaje
sexual, como en aquellas donde la belleza y la complicidad salen a relucir. El
único punto negativo en este punto es, sin lugar a dudas, el final de la
película, demasiado abierto… como la vida misma.
Interpretativamente nos
gustaría remarcar el trabajo de Harris Dickinson, el joven actor británico que,
en su debut cinematográfico, da vida a Frankie, un papel complejo, tanto por el
perfil psicológico del mismo, como por las escenas de sexo y desnudos
integrales que se dan a lo largo del metraje de “Beach Rats”, haciéndolo además
perfectamente. Sin lugar a dudas, un gran debut para un actor que tendremos que
seguir muy de cerca en un futuro más próximo que lejano.
Algunos seguramente
verán “Beach Rats” como una película obscena o incluso pornográfica, aunque
nada más lejos de la realidad, “Beach Rats” es un profundo drama sobre la
aceptación de la homosexualidad, retratando sin las ataduras de Hollywood y de
la puritana sociedad americana, el duro y crudo camino que muchos jóvenes han
tenido que seguir en su vida.
Nuestra nota final para
“Beach Rats” es de un 7 sobre 10.
Título original: “Beach
Rats” – 2017 – USA
Dirigida por: Eliza
Hittman
Duración: 95 minutos
Género: Drama,
Homosexualidad
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