No os lo vamos a negar, si hay en Hollywood un actor que es garantía de una brillante
actuación, este es el gran y malogrado Robin Williams. Sí, desgraciadamente nos
dejó hace ya unos años, pero nos ha dejado un legado realmente brillante con
decenas de películas, muchas de ellas auténticas obras maestras y otras, quizá,
mucho más comerciales que buenas, aunque casi siempre, con grandes actuaciones.
Hoy,
en esta entrada os queremos hablar de una película que se hizo famosa
básicamente por una imagen, de la de Williams con bata de médico y nariz de
payaso haciendo reír a un niño enfermo de cáncer. Sí, hoy en este pequeño
rincón os hablaremos de la película de 1998, “Patch Adams”.
“Patch
Adams” empieza situándonos durante la segunda mitad de los años 60 del pasado
siglo, cuando nos encontramos con Hunter Adams (Robin Williams) ingresando por
voluntad propia en un manicomio. Adams, una vez internado en la institución
mental, pronto se da cuenta que los enfermos reaccionan mejor cuando uno se implica
con ellos, en sus juegos, sus delirios, etc.
Sin
pensárselo mucho, Adams abandona el centro donde había ingresado por cuenta
propia y toma la determinación de que se convertirá en médico, aunque eso sí,
aplicando su propia filosofía. Unos años más tarde, se matricula en la facultad
de medicina de la Universidad de Virginia.
Ya
desde muy pronto, en la facultad, Adams se da cuenta que su carrera únicamente
consiste en adquirir más y más conocimientos sin recalar en ningún momento ni
en las relaciones con los pacientes, ni con las enfermeras y ni muchos menos,
con resto de personal sanitario.
Poco
después de iniciar el curso, Adams entabla amistad (y, poco a poco, algo más)
con Carin (Monica Potter) y con Truman (Daniel London). Los tres, y bajo las constantes
demostraciones de Adams, empiezan a aplicar su filosofía, que no es otra que
tratar con dignidad e incluso con humor, tanto a pacientes como al resto de
sanitarios.
Esta
filosofía, aplicada en el propio hospital universitario, pronto recibe reacciones
tanto positivas como negativas. Las positivas encabezadas por el personal de
enfermería y otro personal no sanitario, pero sobre todo por los pacientes,
quienes reaccionan positivamente, tanto al tratamiento como al trato de Adams.
Pero como no todo puede ser de color de rosa, las reacciones negativas llegan,
duramente, de la dirección de la Universidad planteándole, incluso, la
expulsión.
Convencidos
de la utilidad de su filosofía, Adams, Truman, Carin y más compañeros de la
facultad, con la ayuda del magnate Arthur Mendelson (a quien conoció en el
psiquiátrico donde estuvo ingresado), compran una parcela con una vieja casa
que se acaba convirtiendo en un centro médico para personas sin recursos, necesitadas
sobre todo, de cariño, humor y comprensión.
Patch Adams con un grupo de niños en terapia |
Como
es obvio, la Universidad no lo acepta y denuncia a Adams ante el Consejo para
que le impida titularse ¿lo conseguirá? Es más ¿cómo acabará la historia de
Carin y Adams? Nosotros lo sabemos, y poniéndonos una nariz roja sobre la
nuestra os decimos: “con The End”, jajaja
Técnicamente
os diremos que “Patch Adams” es una historia basada en la vida de un personaje
real, el Doctor Hunter “Patch” Adams, pero montada eso sí, de forma totalmente
efectista y azucarada. Es decir, “Patch Adams” nos cuenta una historia
totalmente idealizada, con unos sentimientos y una filosofía inmejorable ante
la vida y unas situaciones totalmente
utópicas, tanto que a veces, la glucosa parece a punto de desbordarse.
Donde
nos tenemos que quitar el sombrero y prepararnos para una reverencia de
admiración es en el apartado interpretativo ya que, al finalizar la película y
si uno es capaz de valorar sin prejuicios, deberá hacerlo para valorar el gran
trabajo de ese hombre conocido como “el payaso más triste de Hollywood”, el
malogrado Robin Williams.
Williams
consigue en “Patch Adams” meterse en la piel de su personaje, fusionarse con
él, y mostrar en el mismo, gran parte de su propia personalidad, como esa
capacidad para hacer reír por encima de su propia adversidad, desdramatizando y
a la vez impulsando a enfermos y espectadores al positivismo por encima de los
problemas. Sin lugar a dudas, un papelazo increíble.
Como
ya os podéis imaginar “Patch Adams” no es una obra maestra, pero sí que es una
de esas películas que se recuerdan y que merece ser vista para recibir ese
chute de positivismo que a veces nos falta.
Para
nosotros, y después de todo lo que os hemos contado, nuestra nota final para
“Patch Adams” es de un 7.5 sobre 10.
Título: “Patch Adams” – USA – 1998
Dirección: Tom Shadyac
Duración: 120 minutos
Género: Comedia, Drama