Para los del equipo, ir
al teatro es algo realmente especial. Y no porque no nos gusté, o porque seamos
muy exigentes en las obra, no, más bien es porque viviendo en Vitoria-Gasteiz
es complicado encontrar una oportunidad, ya que no hay temporada estable.
La cuestión es que, hace
unos días tuvimos la oportunidad de poder organizar un pequeño viaje y
disfrutar del musical revelación de la temporada en Madrid. Sí, os estamos
hablando de “El Rey León, el
musical”, en el Teatro Lope de Vega (C/ Gran Vía,57).
Fuimos a sabiendas que
íbamos a ver una obra espectacular, y que posiblemente, no nos defraudaría,
pues las críticas dejaban poco lugar a dudas: “El musical que conmueve el
mundo”, “Sencillamente no hay nada igual” o “Espléndido, mágico, cautivador”.
Nos costó coordinar
nuestra agenda, aunque más nos contó encontrar butacas libres aunque jugáramos
con casi tres meses de antelación. Al final conseguimos butaca dos días antes
de finalizar la primera temporada. No eran dos buenas localidades (en el
segundo anfiteatro), pero sin lugar a dudas, el hecho de solo poder encontrar
esas butacas, y con varios meses de antelación, era un buen augurio. Aquí podéis encontrar las mejores entradas, al mejor precio.
Buen augurio que se
confirmó cuando a las 10 de la noche, con el teatro totalmente lleno, empezó a
sonar la potente voz de la actriz que daba vida a Rafiki y, a su ritmo,
empezaron a desfilar por el escenario (y platea) una infinidad de animales de
la sabana africana (leones, cebras, pájaros, un inmenso elefante, gacelas,
etc.).
Allí, en medio de la
sabana africada se extiende el pacífico y rico reino de Mufasa, un gran león
que infunde justicia y respeto a partes iguales. Con él, su pequeño hijo,
Simba, el cual está destinado a ser el heredero del reino.
Todo muy idílico,
¿verdad? Pues no, porque como en todas las historias, en “El Rey León” también
hay un malo. En esta ocasión recae sobre Scar, el hermano pequeño de Mufasa.
Scar (con bastón) enfrentándose a Mufasa |
Scar es un personaje
celoso, ruin y despreciable que se pasa el día conspirando para hacerse con las
riendas de su pueblo. Cuando descubre que Mufasa prepara a Simba para ser su
heredero, Scar enfurece y juntamente con las despreciables hienas urde un plan
para deshacerse de una sola tacada de Mufasa y Simba.
Ya podéis ver que
argumentalmente es prácticamente el mismo que el que nos contó Disney en la
película homónima, así que, si habéis visto la película, aunque no nos digamos
el desenlace la obra, lo sabréis ya. A nosotros nos pasó, pero es evidente,
pues estamos ante la adaptación teatral de la misma historia.
Donde sí hay un montón
de sorpresas es en el montaje de la historia, pues desde el primer minuto, la
interpretación de los animales de la sabana hace vibrar al espectador como si
realmente estuviera en África, con unos brillantes juegos de luces y de
sombras, de movimientos de animales y de poderosos cantos africanos.
También resulta
especialmente destacable el trabajo de los actores que dan vida a los
personajes, especialmente Sergi Albert (que brilla en su interpretación de
Scar), Brenda Brinzo (que da vida y voz a Rafiki), también David Comrie (que da
vida magistralmente al gran Mufasa), y como olvidarnos de los divertidísimos
Timón y Pumbaa (a quienes dan vida David Ávila y Albert Gracia
respectivamente).
Únicamente resaltaríamos
un par de notas negativas: la falta de conexión entre los Simba y Nala adultos
deja muy fría su historia de amor, y que pese que nos encantó la obra, y que
posiblemente no la olvidaremos fácilmente, en ningún momento llegó a
‘enamorarnos’ como reza la crítica especializada.
Simba adulto y Nala |
Antes de acabar, también
nos gustaría dar un soberano tirón de orejas, tanto a la organización del
teatro Lope de Vega, como a determinadas actitudes del público. Al teatro
porqué se debería respetar esa vieja norma de: “Al empezar la sesión se cierran
las puertas”, pues para nosotros es inaceptable que 10 minutos después del
inicio de la representación, 8 personas entren en la sala acompañadas por un
acomodador con linterna, totalmente inaceptable y molesto. Y segundo tirón de
orejas a la gente irrespetuosa que se dedica a usar WhatsApp, Twitter o
Facebook mientras se está desarrollando la obra. ¡La pantalla de los móviles molesta
cuando se está a oscuras!
Con todo, recomendaros
que, si tenéis oportunidad, vayáis a verla pues por segunda temporada
consecutiva estará en cartelera en Madrid (435000 espectadores y una ocupación
del 100% le avalan), y la verdad, merece la pena. Nosotros, por todo lo dicho,
le ponemos un 9 sobre 10.
Título: “El Rey León, elmusical”
Duración: 2 horas y 45
minutos (entre acto incluido)