No os vamos a engañar,
cuando vimos anunciada la, por el momento, última película del director
manchego Pedro Almodóvar, nos llamó la atención entre poco y nada, pues le
consideramos un director excesivamente sobrevalorado, un tanto engreído en sus declaraciones
y por si fuera poco, muy encasillado en sus temas de siempre.
Al final han tenido que
pasar cuatro meses para que nos decidiéramos a darle una oportunidad a “Dolor y
gloria”, y lo hemos hecho después de leer, en su mayoría, unas críticas excelentes
sobre ella. Así pues, una de estas últimas y sofocantes veladas de este
caluroso verano tomamos asiento en nuestro sofá y le dimos al play.
“Dolor y gloria” empieza
presentándonos a Salvador Mallo (a quien da vida Antonio Banderas), un director
de cine español de mucho éxito en el pasado, pero viviendo un acelerado y
precipitado ocaso profesional y personal. Salvador vive aquejado por un sinfín
de dolencias físicas (migrañas, pitidos, problemas de espalda, etc.) y anímicas
que le dejan, la mayor parte de su tiempo al borde de la depresión.
Un día, la Filmoteca de
Madrid, después de restaurar “Sabor”, uno de los primeros éxitos que tuvo hace
nada más y nada menos que 32 años, le invita al coloquio de presentación de
dicha restauración. Para ello, Salvador se pone en contacto con Alberto Crespo
(interpretado por Asier Etxeandia), el intérprete protagonista de “Sabor” y a quien tampoco
ve desde el rodaje de dicha cinta.
Volverse a encontrar con
el pasado lleva a Salvador, a modo de flashback en “Dolor y gloria”, a recordar
su infancia cuando él y Jacinta (Penélope Cruz), su madre, llegan durante los
años 60 a Paterna (Valencia) para instalarse en una casa cueva junto a su
padre. Salvador recordará de esa época su paso por el colegio, la adecuación de
su casa cueva, sus clases de lectura y escritura con Alberto, un albañil
analfabeto del pueblo, el descubrimiento de su primer deseo, etc…
En la actualidad, su
reencuentro con Alberto Crespo le supone a Salvador un duro choque, ya que,
además de reencontrarse con las diferencias que había entre ambos desde la
época de “Sabor”, descubre también un remedio alternativo al combinado de
medicamentos que toma para aliviar sus dolencias: la heroína, a la cual casi se
engancha.
Después de su fallido
coloquio de presentación de la restaurada “Sabor”, Salvador se siente
totalmente en deuda con Alberto y para compensarle, le cede una obra que este
ha encontrado en casa de Salvador, “La adicción”.
“La adicción” narra la
historia de un director de cine durante los años de la movida madrileña, un
hombre que se enamora de otro hombre con quien acaba conviviendo más de tres
años, y de una adicción de este último que, a la postre, acabará separando a la
pareja. Casualidades de la vida, durante una de las primeras representaciones,
en la sala está Federico (Leonardo Sbaraglia) el hombre del que se enamoró el
autor de “La adicción”.
Como os podéis imaginar,
Federico contactará con Salvador, aflorando nuevos recuerdos y viejas
enseñanzas que, como también os podéis imaginar, no encontraréis en esta
crítica, aunque lo que sí que encontraréis es nuestra particular valoración de
“Dolor y gloria”.
Técnicamente, “Dolor y
gloria” nos ha sorprendido y mucho, pues para nada imaginábamos una película
tan personal y emotiva de un director que, como os hemos contado al comienzo de
esta crítica, para nada teníamos entre nuestros favoritos. Es más que evidente
que “Dolor y gloria” es una ficción, pero con unos vínculos casi biográficos
con su director, quien ha puesto, creemos, mucho más en esta cinta que en
anteriores. El drama, la emoción y una ambientación fantásticamente trabajada
se mezclan durante todo el metraje de la cinta, provocando que poco a poco, nos
vayamos implicando en los dolores, el pasado y los deseos de Salvador.
De todas formas, hay otro
apartado donde “Dolor y gloria” sobresale y mucho, y este es el interpretativo,
donde nos encontramos con dos brillantes interpretaciones de dos monstruos
consagrados del cine español, Antonio Banderas y Penélope Cruz. El primero
hace, quizá, el mejor papel de su carrera dando vida a Salvador, y la
madrileña, aunque no es santo de nuestra devoción, vuelve a hacer un grandísimo
papel. En cuanto al resto, nos encontramos con un Asier Etxeandia brutal (su
escena del monólogo de “La adicción” es para quitarse el sombrero), un más que
solvente Sbaraglia dando vida al ex de Salvador (ojo al apasionante beso que se
dan ambos), y a dos novatos que han llegado pisando muy fuerte, César Vicente y
el pequeño Asier Flores. Nuestro aplauso a todo el elenco.
Por todo lo que os hemos
contado, nuestra nota final para “Dolor y gloria” es de un 8 sobre 10, y os la
recomendamos, sobre todo si os gusta Almodóvar, Cruz o Banderas.
Título original: “Dolor y gloria” – España – 2019
Dirigida por: Pedro
Almodóvar
Duración: 108 minutos
Género: Drama, Drogas,
Homosexualidad