Supongo que todos sabéis lo complicado que es dar con algo entretenido que ver un sábado por la noche, sobretodo si no se es amante de los botellones o los cubatas de garrafón, como nos ocurre en nuestro caso. No es que no nos guste salir por ahí, pero la verdad, donde esté pasarnos un rato juntitos en el sofá, que se quiten los ‘ones’ (garrafones y botellones).
Pues bien, esta vez fue todo lo contrario, simplemente poner en marcha el DVD y darle al play. Ahí estaba una pequeña joya, casi diríamos que un nuevo clásico, "Eduardo Manostijeras", del gran fabulista: Tim Burton.
La historia empieza con la imagen de una abuelita acunando a su nieta, mientras la pequeña le suelta una de esas preguntas que sólo los niños son capaces de hacer: “Abuela, ¿de donde viene la nieve?”
Algunos hubiésemos contestado con un: “del cielo”, otros con silencio, pero, para la abuelita de esa niña, la pregunta fue como una puerta abierta a la fantasía, a la historia, al amor… a Eduardo.
El desarrollo de la historia, se sitúa muchos, muchos años atrás de esa noche, en una colorista urbanización donde una representante de AVON (supongo que os sonará eso de: “¡Avon llama a su puerta!”) intenta vender algún cosmético para ayudar a su economía familiar, pero le resulta difícil, ya que sus vecinas y amigas, están más dispuesta a marujear (o sea, consumir sus vidas entre la crítica al resto, mirar lo que pasa en y por la calle desde el anonimato de su casa, y como no, llamar por teléfono para contar ‘la última’ del vecindario) que comprarle nada.
Como último recurso, decide subir hasta la lúgubre mansión que corona un monte cercano, pero allí, en vez de encontrar a clientes, se encuentra con un chico (Eduardo) con una extraña peculiaridad: tiene tijeras en vez de manos.
Sin dudarlo ni un instante, la mujer se lleva a Eduardo a su casa, donde poco a poco y pese a sus diferencias, se va integrando tanto a la vida en familia, como en sociedad, hasta que... bueno, supongo que ya os los estáis imaginando, hasta que la propia sociedad saca a relucir sus peores rasgos:
• La adulación: Mientras Eduardo (Johnny Depp) es la novedad, todo el mundo quiere estar con él, hacérselo suyo.
• La hipocresía: Todos son amigos suyos, le llevan comida, se la dan a probar, todos conocen a alguien que puede ayudarle en “su problema”, aunque lógicamente, nadie lo hace.
• El rechazo a la diferencia: Cuando empiezan a surgir los problemas, para sus vecinos, Eduardo es culpable sin presunción de inocencia. Ya sabéis, siempre es mejor acusar al débil, al diferente en vez de al “hijo de papá”.
Por otro lado, remarcar otro de los reflejos, este en positivo:
• El amor. Los del equipo lo sabemos, y mucha gente también, pero Burton nos lo refleja claramente en "Eduardo Manostijeras" , el amor es ciego, sabio, y no entiende de diferencias, simplemente cuando dos corazones laten al compás sale esa llama que difícilmente se apagará, aunque sople el viento, llueva o incluso nieve.
En esta ocasión los miembros del equipo lo hemos tenido más que claro, clarísimo: "Eduardo Manostijeras" es una pequeña obra de arte, un nuevo clásico, una de esas cintas imprescindible en cualquier filmoteca (privada, particular, grande, pequeña, ...) que se precie. ¿La puntuación? Un 9.5, obtenida con un 10 de parte de J, y un 9 de parte del otro J.
Título original: "Edward Scissorhands”– 1990 – USA
Dirigida por: Tim Burton
Género: Drama, Fantástico
Duración: 89 minutos