Vivimos en una época en la que el consumo ha dejado de representar una necesitad para convertirse de forma desmesurada en una seña de identidad. En la sociedad que estamos construyendo entre todos, parece cada día más importante el poder de la imagen sobre lo que realmente se es, para comprobarlo solo es necesario echar un viste a las redes sociales o a los programas de televisión: valemos en medida de lo que somos visibles y deseables.
Con todo, ¿hasta que punto estamos dispuestos a ser visibles y deseables? Si lo pensáis bien, la presión para ser guapos y atractivos es constante, parece que la superficialidad tiene más valor que la inteligencia y eso, genera además de ansiedad, una gran desconexión emocional.
Hoy en este rincón os queremos hablar de una película de 2024 que aborda, con crudeza, esta situación, exponiendo una realidad pasmosa, la de una sociedad, la nuestra, que ha convertido la imagen en una marca de identidad y el consumo desmesurado en una creencia. Todo esto lo hace mediante un relato de ciencia ficción que, por su contenido, nos ha parecido dura y dolorosamente cercano. Os estamos hablando de “La sustancia”.
“La sustancia” empieza presentándonos a Elisabeth Sparkle (interpretada por Demi Moore), una mujer que, en su momento tuvo su éxito en el cine (con estrella en el Hollywood Boulevard incluida) aunque en la actualidad tiene un programa de ejercicios aeróbicos en televisión.
El día de su cincuenta aniversario Elisabeth recibe de su productor un curioso regalo, es despedida fulminantemente por su “avanzada edad”. Trastornada, mientras vuelve a casa sufre un aparatoso accidente de tráfico que, aún sin consecuencias para su salud, la lleva directamente al hospital donde se cruza con un enfermero quien al despedirse le da un pendrive con un nombre grabado, “La sustancia”.
Aunque de entrada no le hace mucha gracia, lo pone en el televisor y ve lo que es, la propuesta de un suero que le generará una versión más avanzada de ella misma, más joven, más guapa y más “perfecta”. Aunque de entrada descarta la opción, tras pensarlo y ver como su imagen es eliminada de su mundo (televisión, carteles, etc.) acaba pidiendo “La Sustancia”.
Al revés de lo que pasaría con algo oficial Elisabeth tiene que ir a buscarla en un polígono industrial medio abandonado donde encuentra un kit y una escuetas instrucciones, tiene un activador, comida en inyectable y las herramientas necesarias para extraer e inyectarse las dosis de estabilizador.
Al ponerse el activador, empieza una extraña reacción en su cuerpo, con convulsiones que acaban desembocando en la aparición a través de su espalda de un nuevo cuerpo, una mujer joven, su versión mejorada, Sue (interpretada por Margaret Qualley).
Las instrucciones son claras, los dos cuerpos son uno, y cada siete días, sin excepción, deben transferirse la conciencia dejando al otro cuerpo inconsciente. Durante su inconsciencia, Elisabeth genera el liquido estabilizador que Sue se quita mediante punción lumbar y se inyecta diariamente.
Al poco de aparecer Sue en el mundo, se presenta al casting para el nuevo programa de aerobic y es automáticamente contratada llegando en un santiamén al estrellato y a la fama gracias a su cuerpo y sus movimientos.
Dos vidas y dos formas de vivir totalmente diferentes ya que, mientras la consciente es Elisabeth esta vive recluida en su casa, pero cuando la consciente es Sue, esta disfruta de una vida a todo lujo, confiada y creída.
Sue extrayendo estabilizador del cuerpo de Elisabeth
Una semana, tras una noche de excesos Sue extrae una dosis adicional de líquido estabilizador, lo cual tiene como consecuencia que Elisabeth despierta con un dedo necrosado, envejecido.
A partir de este momento, aunque sean dos cuerpos con una misma conciencia, Sue y Elisabeth inician una sensación de desprecio mutuo por los celos que siente Elisabeth por su imagen mejorada y Sue cada vez necesita más tiempo consciente para crecer y crecer. Al final, a ambas mujeres su desprecio las lleva a un camino sin retorno ya que, Sue se niega a volver a intercambiar el cuerpo y le roba todo el líquido estabilizador que puede.
Tras tres meses con Elisabeth inconsciente, el líquido estabilizador se acaba y Sue debe transferirse a lo que queda de Elisabeth, una deforme y jorobada anciana quien pide a la organización el remedio para acabar con el experimento aunque finalmente no se atreve provocando que ambas mujeres queden conscientes a la vez, lo que provoca que Sue mate a su matriz.
Sin Elisabeth, la vida de Sue no tiene sentido, aunque el desenlace, nos lo guardaremos celosamente.
No os engañaremos, cuando se estrenó “La sustancia” los miembros de este equipo no teníamos claro que quisiéramos verla ya que intuíamos que la película derraparía rápidamente al gore, lo cual, por suerte para en muy pocos momentos de su metraje.
Por el contrario, os diremos que “La sustancia” nos ha enganchado con su narrativa totalmente envolvente y cargada de simbolismos, poniendo en todo momento en primer plano las consecuencias de haber creado una sociedad que ha perdido todo contacto con lo esencial: la vida humana, su estabilidad emocional y la propia responsabilidad colectiva.
“La sustancia”, mediante esa pócima misteriosa y original nos expone con total crudeza los vacíos existenciales que deja en las personas un sistema basado en la imagen y el consumo.
Desde sus primeras imágenes, “La sustancia” se muestra como una película que busca incomodar al espectador, tanto emocional como visualmente y lo hace con un lenguaje cargado de símbolos y atmósferas densas para mostrarnos una realidad totalmente inestable.
Nos ha sorprendido también el montaje de “La sustancia” con una sucesión de pequeños saltos en el tiempo para mostrarnos, sin muchos tapujos, el estado mental de sus protagonistas, desorientadas por los propios efectos de la sustancia y de una sociedad que valora lo que valora.
Interpretativamente hablando os diremos que “La sustancia” tiene, como uno de sus pilares fundamentales el trabajo de sus dos actrices principales, Demi Moore y Margaret Qualley. La primera nos presenta una mujer que ve como su mundo de diluye de la noche a la mañana y, en pro de mantener lo que tiene, acaba diluyendo su estabilidad emocional en medio de un rápido deterioro físico. Qualley, en su papel nos muestra el camino contrario, con el mismo resultado mental, la destrucción emocional de si misma. Ambas, brillantes dotando de una humanidad un relato que nos habla justamente de lo contrario.
Por todo lo que os hemos contado, nuestra nota final para “La sustancia” es de un merecido 8 sobre 10.
Título original: “The substance” – Reino Unido – 2024
Dirigida por: Coralie Fargeat
Duración: 140 minutos
Género: Terror, Thriller, Ficción