Todo el
mundo ha oído hablar alguna vez de Disney, una de las grandes multinacionales,
por no decir la mayor empresa de medios de comunicación y entretenimiento del
mundo, incluyendo Pixar, Lucasfilm, la Fox, Marvel y un largo etcétera.
Con todo,
no siempre ha sido así, desde su creación a manos de Walt Disney en un ya muy
lejano 1923, ha pasado por varias fases y varias crisis, tanto económicas como
creativas.
Tras una
de estas crisis creativas, de dirección y económicas, y mientras una de sus empresas
participadas, Pixar, conseguía grandes éxitos por sus títulos (“Toy Story 2” y
“Monstruos, S.A.”), Disney consiguió como un segundo renacimiento con el uso de
nuevos estilos visuales, argumentales y por qué no decirlo, enfocando sus
películas a temas más familiares.
En esta
fase, y corriendo el año 2000, Disney lanzó una película que sorprendió a casi
todos, tanto por el trazado y poca definición en sus dibujos como en el uso de
mucho sentido del humor y permitiendo que algunos personajes rompieran “la
cuarta pared”, es decir, que hablaran al espectador. Os estamos hablando de “El
emperador y sus locuras”.
“El
emperador y sus locuras” empieza adentrándonos en la lluviosa selva peruana de
la época del impero Inca donde nos encontramos a una llama desorientada y
torpona que nos cuenta cómo ha llegado hasta esa situación.
Para
contarlo, nos lleva unos días atrás en el tiempo, desplazándonos al palacio del
emperador Kuzco, un joven de casi 18 años que ejerce su poder con arrogancia y
egocentrismo que, además, no duda en castigar a quien sea que le rompa el
“Flow”.
Un día,
después que Yzma, su asesora, tome decisiones sin su permiso, la despide junto
a su secuaz, y bastante tonto, ayudante Kronk. Tras esto, Yzma decide iniciar
un plan para hacerse con el trono.
Poco
después, Kuzco se reúne con el bonachón Pacha, el líder de una aldea en una
colina cercana al palacio y lo hace para comunicarle su decisión inapelable de
que usará el espacio que ocupa su casa para construir su palacio de verano
“Kuzcotopia”.
Mientras
pasa esto, Yzma prepara una poción para asesinar a Kuzco durante la cena, pero
Kronk comete un pequeño error y lo que hacen es convertir al emperador en una
llama, pese al error, logran dejar inconsciente al emperador, meterlo en un
saco y deshacerse de él, aunque esto último le sale algo mal a Kronk y el
emperador acaba en la carreta de Pacha.
Ya en el
pueblo, Kuzco descubre que ha sido convertido en una llama y Pacha, que llama
rara que habla, es el emperador. Haciendo uso de su arrogancia, Kuzco se niega
a negociar con Pacha para que le lleve a palacio a cambio de renunciar a
“Kuzcotopia” lo cual acaba provocando que el emperador se lance en solitario en
una aventura a través de la selva.
Kuzco y Pacha colaborando para llegar a palacio |
Mientras,
en palacio la emperatriz Yzma descubre que Kuzco continua vivo e inicia junto a
Kronk un viaje a través de la selva para encontrarle, y acabar con él.
Después
de algunos incidentes, Pacha, que se ha reencontrado con Kuzco, descubre que,
muy escondido, en el emperador hay algo bueno y decide a regañadientes ayudarle
lo cual los llevará por un buen número de aventuras, tanto en solitario como
con Yzma y Kronk hasta llegar al desenlace, el cual nos guardaremos
celosamente.
Técnicamente
os diremos que “El emperador y sus locuras” nos ha sorprendido por varias
razones, la primera de ellas por el estilo del dibujo ya que se aleja
totalmente de lo que, ya por esa época, las grandes empresas de animación
usaban, dejando de lado el realismo para ofrecernos un trazo más simple, caricaturesco.
Donde sí
brilla “El emperador y sus locuras” es en el guion ya que, en base a una
premisa muy sencilla, una película sobre el crecimiento personal y el auto
descubrimiento se convierte en una película muy ágil, muy expresiva y a la
postre, muy divertida.
Aunque la
trama de “El emperador y sus locuras” es bastante simple, no os vamos a engañar,
el desarrollo de sus personajes nos ha parecido bastante completo ya que, cada
uno desde su punto de partida, nos han servido para como demostración de varias
enseñanzas que pueden ser muy útiles en nuestra vida como por ejemplo, la importancia
de la autoaceptación, que no todo es blanco o negro (recordáis cuando a Kronk
se le aparecen el demonio y el ángel, no son ellos los que deciden), que tener
compasión no nos convierte en débiles y sobre todo, que todos somos capaces de
ayudar.
Aunque “El
emperador y sus locuras” no es una obra maestra, ni tiene grandes temas
musicales (de hecho, solo tiene uno), ni un gran trazado en su dibujo, sí que
os diremos que es una película realmente divertida y familiar muy agradable de ver,
por tanto nuestra nota final para ella es de un 6.5 sobre 10.
Título original: “The Emperor’s New Groove” – USA – 2000
Dirigida por: Max Dindal
Duración: 78 minutos
Género:
Animación, Clásico de Disney
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