Hasta hace
relativamente poco, hablar de Pixar era hablar de grandes obras de la animación
digital, con historias originales, personajes potentes y esa gracia que pocos
saben utilizar, pero que resulta imprescindible para implicar al espectador con
la historia. Aunque parece que con tantas secuelas desgraciadamente esto se
está perdiendo, hemos querido recuperar para nuestro rinconcito uno de los
grandes títulos de la factoría Pixar, os estamos hablando de “Monstruos, S.A.”.
La historia
de “Monstruos, S.A.” se desarrolla en la ficticia ciudad de Monstruopolis, una
ciudad habitada totalmente por monstruos y que tiene como principal
característica, el hecho de obtener la energía necesaria para funcionar de los
gritos de susto de los niños.
Y es
precisamente en “Monstruos, S.A.”, la empresa dedicada a la obtención de la
energía, donde trabajan los dos protagonistas de la historia, el gigantón James
P. Sullivan “Sulley” y su amigo y compañero Mike Wazowsky. Sulley con sus casi
dos metros de altura y su pelaje azul es la estrella de la empresa y está a
punto de conseguir el récord absoluto de obtención de sustos.
Para conseguir
la energía, Sulley y Mike van cada noche a la fábrica dispuestos a cruzar las
puertas mágicas que llevan directamente a los armarios de las habitaciones de
los niños para asustarles. Cada asustador tiene sus puertas, y de cada una de
ellas se cargan bombonas de combustible a base de los gritos de los
atemorizados niños.
La
competitividad en la planta es máxima, sobre todo con el tramposo y
malintencionado Randall, el único bicho capaz de sembrar el pánico tanto en
Monstruopolis como en la tierra, como mínimo hasta que el auténtico monstruo se
cuela en “Monstruos, S.A.”
Boo se cuela en la "Monstruos, S.A." |
Sí, una noche
después de que alguien se dejara olvidada una puerta, cuando Sulley la abre
para comprobarla, se cuela en la factoría Boo, una niña con coletas que
rápidamente se encariña de Sulley, complicándole la vida hasta extremos
insospechables ya que, además de intentar evitar que cunda el pánico en la
ciudad, deberán hacer lo posible para devolver a la pequeña a su mundo.
Desde este
momento, empezará un desfile de situaciones tanto por la ciudad (divertidísima
la escena en el restaurante), como por las entrañas de la factoría (la escena
de la persecución por las cintas de trasporte de las puertas es, simplemente,
genial). Estas situaciones se vivirán y sucederán a todo ritmo, sin pausa, eso
sí, mezclándose con escenas más emotivas, como la del “¡gatito!” que le lanza
la pequeña a nuestro Sulley al despertarse.
Randall, Mike y Sulley |
Como ya os
podéis imaginar, ha llegado la hora de pasar a nuestra particular valoración y
dejar aquí nuestra explicación argumental, ya que, como ya sabéis, no es
nuestra intención destripar una película hasta el final.
Argumentalmente,
la historia es bellísima, tanto desde el punto de vista del montaje y los
personajes, como desde el punto de vista de la fábula sobre la amistad y las
enseñanzas que de ella nos relata. Sin lugar a dudas, y desde este punto de
vista, una grandísima película.
Técnicamente
en su momento una de las grandes sorpresas del 2001, ya que fue la primera vez
en la historia de la animación que se le dio un movimiento natural al pelo, en
este caso, al pelaje azul de Sulley, animando uno a uno los casi 5 millones de
pelos de nuestro protagonista (más adelante se repitió esta misma técnica en
“Monstruos University” y en la melena de Mérida en “Brave”).
Para los del
equipo, “Monstruos, S.A.” es una película especial, la hemos visto varias
veces, y seguramente la volveremos a ver, porqué aún continuamos vibrando con
la persecución por el almacén de puertas y continuamos emocionándonos con la
pequeña Boo, así que, nuestra nota final no puede ser inferior a un 8.5 sobre
10.
Título
original: “Monsters, Inc” – 2001 – USA
Dirigida por:
Pete Docter, Lee Unkrich
Duración: 88 minutos
Es una película muy divertida, con un argumento muy original y unos personajes graciosísimos. En conclusión, como muchas de las que hace Pixar, sobre todo cuando se lo toma en serio.
ResponderEliminarMuy buen análisis, Joan!