Hasta no hace muchos
años, y una vez superada la larga etapa del “destape”, el cine español se
caracterizaba por explotar hasta la saciedad o bien la vida en los barrios
bajos de las ciudades o bien las mil y una aventuras vividas en la pasada
guerra civil. Por suerte, con la llegada de nuevas hornadas de directores,
nuestro cine se ha actualizado también.
Fruto de esta llegada han
sido muchos los títulos que han aparecido en nuestras carteleras, y, además, de
los estilos más variopintos (superproducciones, cine de terror, comedias,
dramas, etc.). En nuestra crítica de hoy, os vamos a hablar de una comedia de
2015 titulada “Perdiendo el norte”.
“Perdiendo el norte”
parte directamente de uno de los dramas que está azotando a nuestra sociedad, es
decir, la necesidad de que muchos de los jóvenes pertenecientes a la generación
más preparada se vean obligados a emigrar para poder acceder a una oportunidad.
En este sentido, la historia empieza presentándonos a los dos protagonistas de
la misma, Hugo (interpretado por Yon González) y Braulio (Julián López).
Hugo es licenciado en
empresariales y tiene un máster mientras Braulio es un joven científico que
explota la ilusión por su trabajo a base de becas en laboratorios.
Simultáneamente en el tiempo, nuestros dos amigos deben enfrentarse a una
situación similar, el estar en la cola del paro.
En pleno hundimiento
personal, Braulio ve un anuncio en la televisión que le abre los ojos: en Alemania
hay trabajo y buscan gente preparada para llevarlo a cabo por lo que, sin
perder un minuto, llama a su amigo Hugo, junto con quien decide cambiar la
ancha Castilla por la fría Alemania.
Cargados de ilusión, de
estudios y sin un ápice de alemán, nuestros dos amigos toman el avión y ponen
rumbo a Alemania, donde muy pronto descubriran que para muchos alemanes los
españoles somos poco más de lo que los norteafricanos son para nosotros.
Sin saber muy bien dónde
ir, y tras experimentar serias dificultades para moverse por el país, Hugo y
Braulio encuentran un piso compartido con Rafa (Miki Esparbé) un joven algo ralentizado
por el consumo excesivo de drogas y Carla (Blanca Suarez), dos jóvenes
españoles que llevan ya un tiempo en Alemania.
A partir de este punto,
“Perdiendo el norte” coge el ritmo de una típica sitcom con varias historias
personales entrelazándose en su desarrollo historias relacionadas con el
idioma, los trabajos basura, la ocultación de la situación personal, algún que
otro lío amoroso, etc.
Argumentalmente, “Perdiendo el norte” deja poco lugar a la
sorpresa, poniendo el foco sobre el drama de la inmigración desde un punto de
vista humorístico, con constantes pinceladas cómicas, quizá con un exceso de
tópicos y con un desenlace quizá también demasiado previsible.
Interpretativamente nos
ha gustado mucho la química que hay entre Yon González y Blanca Suarez, los dos
protagonistas principales, aunque en “Perdiendo el norte” el peso de la comedia
lo llevan Miki Esparbé y el comedido Julián López. En definitiva, nos ha
gustado el casting.
Bajo nuestro punto de
vista, “Perdiendo el norte” ha intentado aprovechar tanto el tirón de las
comedias españolas estos últimos años (con “Ocho apellidos vascos” como
estandarte) como el drama de la inmigración para construir la historia, aunque
sin dejar de lado temas habituales como el amor, la distancia o la enfermedad,
lo que acaba representando un problema dado que el metraje es de apenas hora y
media, quedando así varios de estos temas relegados a un segundo o tercer plano.
En resumen, los del
equipo consideramos que “Perdiendo el norte” comienza siendo una comedia fresca
y dinámica que, por desgracia, termina resultando una película simplemente
aceptable para pasar el tiempo dados los problemas narrativos y de desarrollo
que aparecen a medida que la historia va avanzando. Nuestra nota final es de un
5 sobre 10.
Título original:
“Perdiendo el norte” – España – 2015
Dirigida por: Nacho G.
Velilla
Duración: 102 minutos
Género: Comedia.
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