En
el cine todo es posible, sobre todo si hablamos de las historias que nos
cuentan los celuloides (o ya más actualmente, los frames de los videos), pero
hay cosas en el universo del cine que, por mucho que las imagines, nunca podrás
prever de antemano.
Cuando
a comienzos de los 90 del pasado siglo, un director de cine acostumbrado a
hacer películas de poca monta, se pone a adaptar una novela de misterio y
terror escrita por Thomas Harris, muy pocos pudieron imaginar que, por ese
trabajo, y desde 1991 estarían ante todo un clásico del cine de terror.
Como
ya os habréis imaginado, en esta entrada os queremos hablar de la brillante
cinta terror o thriller psicológico: “El silencio de los corderos”.
“El
silencio de los corderos” empieza presentándonos a la joven Clarice Starling (a quien
da vida Jodie Foster), una investigadora en formación del FBI que debe
interrumpir su entrenamiento al ser requerida por su jefe, un agente de la
Unidad de Ciencias del Comportamiento. La necesitan para que vaya a hacer un
cuestionario al asesino en serie y caníbal, Hannibal Lecter (Anthony Hopkins).
El
objetivo de Clarice no es recabar información sobre Lecter, quien está preso en
la prisión hospital para criminales dementes de Baltimore, si no conseguir de
él información sobre otro asesino en serie apodado “Buffalo Bill” quien después
de torturar a mujeres, las mata y les quita parte de su piel.
Aunque
muy temerosa, a Clarice no le cuesta mucho entablar conversación con el
profesor Lecter (recordemos que, además de asesino, es psiquiatra), quien
intenta llevarla a su lado con acertados juegos de palabras y miradas. Después
de un intento de rechazo de ofrecerle ayuda, Lecter le acaba diciendo, como
pista, que intente localizar a un antiguo paciente suyo.
Esta
pista acerca, un poco, al FBI a “Buffalo Bill” pero cuando Clarice vuelve a
visitar a Lecter, este le propone un intercambio de cromos, él le da información,
pero ella consigue que le trasladen lejos de Baltimore y lejos del director del
hospital.
Lejos
de allí, una nueva chica, la quinta, es secuestrada y posteriormente
salvajemente asesinada por Bill.
Ante
estos hechos, el FBI cede y acepta el traslado de Lecter aunque este, añade una
nueva condición, información personal de Clarice a cambio de información
personal de Bill. El intercambio va viento en popa, ya que mientras la chica le
cuenta cosas de su padre, Lecter le cuenta que Bill es presa de una obsesión en
la transformación porque cree que es transexual, pero le indica que todo es
consecuencia de los años de abusos que ha tenido que soportar.
Como
quien no quiere la cosa, el director del hospital le cuenta a Lecter que el
trato que le han ofrecido es mentira y que él, con la ayuda de una senadora
puede transferirle, si él se lleva todo el mérito de dar con Bill. Lecter
acepta a cambio de algunas condiciones extra que, sin lugar a dudas le dará
cierta ventaja en el plan que está urdiendo.
Hannibal Lecter y Clarice |
Una
noche, cuando Lecter ya está en el nuevo destino que le ha proporcionado Bill y
mientras disfruta de una cena especial, ejecuta su plan, asesina a sus dos
vigilantes y logra escapar haciéndose pasar por uno de sus malheridos guardias.
A
partir de este momento, todo se precipita, Lecter continúa ayudando a Clarice y
esta, poco a poco se acerca a Bill, aunque quizá no tan rápido como para interceptarle
antes de continúe matando, aunque esto, como ya os podéis imaginar, nos lo
guardaremos celosamente.
Técnicamente
en “El silencio de los corderos” estamos ante una película realmente especial,
una de esas películas imposibles de encasillar más allá de la genialidad de su
ejecución. Para muchos es un thriller, pero la verdad es que mezcla con maestría
este género con el terror y el policiaco, sin saber al final, cuál de ellos
predomina.
Otro
de los grandes puntos que marcan “El silencio de los corderos” y lo hace,
además, positivamente, es la construcción del desarrollo argumental y de los
personajes, tanto principales como secundarios. Mientras unos son definidos
eficazmente con pocas frases, los otros son definidos casi a la perfección,
tanto el monstruo elegante y señorial que es el asesino en serie Hannibal
Lecter, como su rival, la joven y brillante estudiante del FBI, Clarice
Starling. Y todo, acompañado de unos diálogos punzantes, casi perfectos que nos
hacen estremecer sin remedio.
Interpretativamente
hablando, en “El silencio de los corderos” estamos ante una auténtica joya con
dos monstruos interpretativos encabezando el cartel, Jodie Foster dando vida a
la joven estudiante del FBI y Sir Anthony Hopkins poniéndose en la piel del
inteligente asesino en serie Hannibal Lecter. Hopkins, con su trabajo consigue
algo, casi inigualable, en poco más de 15 minutos (no tiene más papel) se
fusiona tanto con su personaje que lo convierte en un icono, un mito de la
cultura popular. Foster, dando vida a su complejo personaje nos demostró que es
capaz de lo mejor, siendo capaz de mostrarnos varias Clarice en la misma
película, algo al alcance de muy pocos profesionales.
Y
si con esto no fuera suficiente, la esmerada banda sonora ayuda a acabar de
conformar la magnífica, brillante y siniestra “El silencio de los corderos”.
Por
todo lo que os hemos contado, nuestra nota final para “El silencio de los
corderos” es de un 9 sobre 10.
Título original: “The Silence of the lambs” – 1991 – EUA
Dirigida por: Jonathan Demme
Duración: 115 minutos
Género: Thriller, Intriga, Policiaco
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