Durante un tiempo no muy
lejano, hablar de fantasía y cine en una misma frase equivalía, casi siempre, a
mencionar a Tim Burton o a alguna de sus múltiples películas (por ejemplo:
“Eduardo Manostijeras” o “Charlie y la fábrica de chocolate”). Hoy os hablaremos
de otro claro ejemplo de esa época dorada del californiano, “Big Fish”.
Basada en la novela
homónima de Daniel Wallace, “Big Fish” no es precisamente una película sencilla
de entender, pero sí que es una cinta capaz de enganchar y sobretodo, emocionar
al espectador, pero bueno, no nos avancemos a los acontecimientos y mejor
pasamos a su argumento.
La película empieza
presentándonos a Edward Bloom (interpretado por Albert Finney de mayor y Ewan
McGregor de joven), un hombre que bien podríamos catalogar como un bicho raro, o
bien como una especie de soñador empedernido o, quizá más acertadamente, como
un gran narrador.
Edward tiene la facultad
de convertir todos y cada uno de los momentos de su vida en acontecimientos
llenos de magia y fantasía, lo cual hierve la sangre de su hijo Will (Billy
Crudup) hasta el punto de llevar varios años sin hablarse. De todas formas, y
aunque crea que su padre siempre le ha engañado, cuando Will se entera que
Edward está en el hospital, cruza medio mundo para llegar rápido a su lado.
Al poco tiempo, Edward
empieza a contarnos su historia siguiendo su particular estilo, desde su
complicada infancia afectada por un extraño problema de híper crecimiento,
hasta su reclutamiento para la guerra de Corea, donde conoce a dos hermanas
siamesas que le ayudan a volver, pasando por su amistad con el gigante Karl.
Al llegar a Estados
Unidos, Will descubre algunos datos curiosos que no conocía sobre la
apasionante vida de su padre, así que decide preguntarle directamente sobre la
veracidad de la misma. Evidentemente, “Big Fish” da una explicación a esta
pregunta, pero creemos que resulta más que evidente que nosotros no os la
contaremos desde aquí. Lo que sí haremos es daros nuestra particular visión
técnica sobre la película.
“Big Fish” es una
película realmente complicada ya que nos cuenta la historia de Edward Bloom
desde el prisma de la imaginación y la fantasía sin dejar nunca de lado su
potente componente de fábula. Para nosotros, esta es una de las últimas grandes
obras de Tim Burton, ya que en ella consigue desplegar todas sus dotes de
fabulista e impregnarle, sin que se note en exceso, su particular visión
gótica.
Interpretativamente “Big
Fish” no es una gran película, pero Ewan McGregor (el Edward Bloom que tiene
más protagonismo en la cinta) lo hace realmente bien, dando coherencia a un
personaje complicado por las emociones e ilusiones que trasmite. El resto de
personajes cumplen con su difícil fin, que no es otro que llenar la cinta con
los más variopintos y estrafalarios personajes.
Por otro lado, el gran
lastre de “Big Fish” nos lo encontramos en la propia particularidad de su
montaje, ya que sus contantes saltos entre la realidad de Will y Edward, así
como los recuerdos y fabulaciones del segundo, la película se convierte, por
momentos, en un pequeño caos de ritmo, color y personajes.
Con todo, los miembros de
este equipo la consideramos como una película que todo aficionado al cine y a
la fantasía debe ver como mínimo una vez en su vida. Nuestra nota final es de
un 8 sobre 10.
Título original: “Big
fish” – USA - 2003
Dirigida por: Tim Burton
Duración: 126 minutos
Género: Drama, Fantástico
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