jueves, 18 de diciembre de 2025

Sin tiempo para morir

Sin tiempo para morir - Poster

Poca gente podía imaginar el fenómeno que estaba a punto de nacer cuando en 1962 llegó a la gran pantalla el irreverente y descarado personaje creado por Sir Ian Fleming. Dr. No” no solo presentó al mundo a James Bond, sino también a uno de los mejores 007 de la historia del cine: Sean Connery. A partir de ahí, el mito no ha hecho más que crecer, sumando hasta hoy 25 películas.

 

En más de 60 años de historia, la franquicia Bond ha sobrevivido a cambios de formato, tecnología y tendencias: del 35 mm al VHS, del CGI al reinicio constante. Todo ello con licencia para matar, el mundo siempre al borde del colapso y, por supuesto, el esmoquin impecable, sin una sola arruga.

 

Hoy, en este rincón, ponemos el foco en la que es -hasta ahora- la última película de la saga, protagonizada por otro de los grandes James Bond de la historia del cine: Daniel Craig. Hablamos de “Sin tiempo para morir”, una película que, como ya os adelantamos, no adapta ninguna de las novelas de Sir Ian Fleming, pero sí se atreve a cerrar una era.

 

“Sin tiempo para morir” arranca con un flashback ambientado años atrás, en el que encontramos a James Bond (interpretado por Daniel Craig) disfrutando de una vida retirada junto a Madeleine Swann (a quien da vida Léa Seydoux) en Italia. Sin embargo, durante su estancia el pasado irrumpe de forma brutal cuando ambos sufren un atentado perpetrado por agentes de SPECTRE, liderados por el implacable Cíclope.

 

En plena huida, Madeline recibe una llamada que despierta las sospechas de Bond. La desconfianza vuelve a abrir viejas heridas y acaba provocando la ruptura definitiva entre ambos, separando sus caminos. 

 

Cinco años después, encontramos a un Bond retirado del servicio secreto, viviendo en Jamaica. La calma aparente en la que vive se rompe cuando un viejo amigo, Felix Leiter, agente de la CIA, le pide ayuda para localizar a un científico ruso responsable del desarrollo de una poderosa arma biológica.

 

La misión resulta un auténtico desastre y Felix muere en ella, un golpe que empuja a Bond a regresar al MI6, aunque lo hace cargado de desconfianza, tanto hacia M como hacia su sustituta como 007, Nomi. 

 

Poco después, Bond descubre que tanto el arma como el científico han caído en manos de Safin (Rami Malek), un enigmático personaje con vínculos directos con Madeleine. A partir de ahí, la película vira hacia un tono más íntimo y emocional, sin renunciar al espectáculo y la acción que definen a la saga.

 

Ese giro emocional convierte la misión en algo más que una simple operación de espionaje. Bond, tras perder a Madeleine y a la hija de esta en una persecución, acaba llegando a la isla donde ambas están retenidas. Allí, además de ellas, están Safin y el científico ruso quien ha conseguido, nada más y nada menos que una factoría donde producir a gran escala el arma biotecnológica.

 

Bond (Daniel Craig) buscando una salida
Bond (Daniel Craig) buscando una salida

Para Bond, el conflicto deja de ser solo una amenaza global y pasa a ser profundamente personal, obligándolo a enfrentarse no solo a Safin, sino también a las decisiones que lo alejaron de Madeleine y a las consecuencias de su pasado.

 

A partir de este momento, “Sin tiempo para morir” empieza entonces a funcionar como un cierre de ciclo, donde la acción, el sacrificio y la introspección caminan de la mano, llevando al personaje a un desenlace tan inesperado como coherente con el Bond de Daniel Craig.

 

Y como os decimos siempre, hasta aquí, lo que os podemos contar del argumento de “Sin tiempo para morir”.

 

Desde el punto de vista técnico, “Sin tiempo para morir” nos demuestra que, tras 25 películas, la saga Bond sigue sabiendo jugar en primera división. Su dirección, apuesta en esta ocasión por un tono elegante, con mucha acción pero también con pausas para mostrarnos el momento vital de su protagonista. Es decir, no todo explota, a veces la trama pesa y pasa sin explosiones.

 

Hay dos puntos que, a menudo no le prestamos mucha atención pero que, en esta ocasión, funcionan a la perfección y además aportan, nos referimos a la BSO (Banda Sonora Original) de Hans Zimmer y, sobre todo, a la fotografía donde nos muestra de manera impecable los escenarios, tanto interiores como exteriores con una luz realmente maravillosa.

 

En cuanto al montaje, en el equipo aplaudimos su agilidad y que, a la vez, nos haga sentir que a veces, no es necesario andar corriendo ya que, cada paso cuenta y a veces, duele.

 

Interpretativamente hablando, nos ha convencido mucho el trabajo de Daniel Craig, que da vida a un James Bond más contenido, más humano y menos fanfarrón. Aun así, sigue siendo el auténtico eje de la película y quien se la echa a la espalda sin discusión.


El resto del reparto queda algo más desdibujado: Léa Seydoux cumple en su papel, aunque sin terminar de destacar, mientras que Rami Malek, como villano, resulta claramente desaprovechado pese a su potencial interpretativo.

 

En resumen, “Sin tiempo para morir” es una película técnicamente sólida, elegante y consciente de su peso en la saga. Puede que no sea la más ligera ni la más espectacular, ni tan siquiera la más divertida de la saga, pero sí es una de las más cuidadas.

 

Aquí tenemos a un Bond que dispara menos chistes, más balas emocionales y que, por una vez, parece saber exactamente cuándo ha llegado el momento de levantar el pie del acelerador.

 

Por todo lo que os hemos contado, nuestra nota final para “Sin tiempo para morir” es de un 7.5 sobre 10.

 

 

 

 

Título: “No Time to Die” – 2021 – Reino Unido

Dirigida por: Cary Joji Fukunaga

Duración: 163 minutos

Género: Thriller, Acción, Secuela

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