martes, 11 de noviembre de 2025

Caramelo

Poster de "Caramelo" (2025)

Los que tenemos la suerte de compartir nuestra vida con un perro lo sabemos muy bien: más allá de la gran responsabilidad que implica, esta experiencia nos brinda innumerables beneficios. Desde el apoyo emocional hasta las ventajas prácticas y de salud, la convivencia con un perro genera un vínculo especial, profundo y único.

 

Sin hablar de esos héroes que salvan vidas tras desastres naturales o de los que llevan consuelo y compañía a hospitales, escuelas y residencias, en el día a día los perros son un ejemplo constante de lealtad, humildad y compañerismo. Son, además, una valiosa fuente de empatía y educación emocional, especialmente para los más pequeños.

 

A lo largo de la historia del cine, los perros han ocupado un lugar especial en la pantalla, a veces con mayor éxito que otras, pero casi siempre en historias con un marcado tono emotivo. Títulos como “Siempre a tu lado (Hachiko)”, “La dama y el vagabundo”, “Marley y yo” o “Perro perdido” son buenos ejemplos de ello. En 2025, una nueva cinta se sumó a esta tradición: “Caramelo”, una película brasileña que llegó a Netflix y conquistó al público con su entrañable protagonista de cuatro patas.

 

“Caramelo” comienza con un flashback ambientado tres años atrás. En ese momento, un desalmado se detiene en plena carretera para deshacerse de una caja de cartón; dentro de ella hay una pequeña vida: un cachorro de pelaje marrón y mirada curiosa. Sin pensarlo dos veces, el pequeño se lanza a buscarse la vida en la gran ciudad.

 

En el presente conocemos a Pedro (a quien da vida Rafael Vitti), un joven chef que trabaja de segundo de cocina en un restaurante de alta gastronomía. Un día, cumpliendo órdenes de su jefe, va al mercado a comprar una carne especial. Allí conoce a un pequeño perro de color marrón (el pequeño abandonado tres años antes en la carretera) que ha sido capaz de sobrevivir a todos los peligros. Ese encuentro fortuito marcará el inicio de una historia inesperada, cuando el perro decide colarse en la caja de la camioneta de Pedro.

 

Al llegar al restaurante, a parte de preparar el corte de carne para el servicio, aprovecha los deshechos para hacer un plato que aprendió de su madre, una “Coixinha” eso sí, con toques modernos. Cuando descubre que unos ojos marrones le observan, sale a darle algo de comida, es el pequeño perro que ha conocido en el mercado.

 

Tras un incidente en la cocina del restaurante, justo en el día en que una inspectora de una prestigiosa guía lo visita, Pedro recibe su gran oportunidad: sustituir al chef titular convirtiéndose en el chef principal. Incapaz de abandonar al pequeño, se lo lleva a casa donde le bautiza como “Caramelo”.

 

Poco acostumbrado a la vida en un piso, Caramelo pronto se convierte en todo un torbellino. La situación llega a tal punto que Pedro se plantea llevarlo a una sociedad protectora. Sin embargo, su visita al lugar y el encuentro con sus dos responsables le hacen cambiar de idea: no dejará allí a Caramelo, salvo para su educación.

 

Sin apenas tiempo para disfrutar de su oportunidad profesional, Pedro sufre un fuerte dolor de cabeza. Caramelo, su fiel compañero, se muestra inquieto y olfateándole con insistencia en el punto correcto. Alarmado, Pedro visita al médico, quien tras varias pruebas le da una mala noticia: tiene un cáncer inoperable en el cerebro.

 

Pedro y Caramelo aprendiendo a convivir
Pedro y Caramelo aprendiendo a convivir

Con el tiempo en su contra y decidido a no rendirse, inicia el tratamiento en silencio, compartiendo su carga solo con unos pocos: su perro Caramelo, una compañera del refugio y Camilla, la responsable del refugio, con quien poco a poco empieza a forjar una relación especial.

 

Pero el destino aún le guarda otra prueba. El refugio donde trabaja atraviesa una grave crisis económica y el impago del alquiler amenaza con cerrarlo para siempre. Entonces, Pedro tiene una idea: rescatar una vieja food truck, ponerla de nuevo en marcha y dedicar todo lo que consiga con ella a salvar el refugio.

 

¿Lo conseguirán? ¿La enfermedad le dará tregua? ¿Caramelo tendrá que volver a intervenir en la vida de Pedro? Como es obvio, nosotros sabemos las respuestas a estas y a otras preguntas, pero nos las guardaremos celosamente.

 

Técnicamente, uno de los aspectos más impactantes de la película brasileña “Caramelo” es su factura visual o ambientación, donde abundan los tonos cálidos, pensados para crear una atmósfera de esperanza, mientras que las imágenes por Sao Paulo aportan cercanía y realismo a la historia.

 

En cuando al guion, es quizá donde “Caramelo” presenta su mayor hándicap. Pese a algunos aciertos emocionales, su desarrollo sigue un camino demasiado previsible, muy similar al de otras películas centradas en la relación entre un perro y un protagonista enfermo.

 

Además de esta falta de originalidad, otro de los puntos débiles del film es la superficialidad con que aborda temas serios como el cáncer. La historia opta por un tono ligero, dejando de lado los traumas profundos que implica la enfermedad y evitando cualquier crítica al sistema sanitario.

 

Desde el punto de vista interpretativo, nos gustaría resaltar el trabajo y la química de sus dos protagonistas, Rafael Vitti dando vida a su Pedro y su Caramelo, ambos hacen un trabajo realmente bueno, transmitiéndonos ternura, lucha y porque no, momentos muy divertidos.

 

Con todo, es obvio que “Caramelo” no pasará a la historia del cine, pero es una película efectiva dentro del cine comercial, con una aceptable factura técnica y una carga emocional, igualmente aceptable. Es decir, “Caramelo” nos provoca emociones aunque sin acabar de romper.

 

Por todo lo que os hemos contado, nuestra nota final para "Caramelo" es de un 6.5 sobre 10.

 

 

 

 

Título original: “Caramelo” – Brasil – 2025

Duración: 100 minutos

Dirigida por: Diego Freitas

Género: Drama