En el mundo de cine hay
varios festivales que, de una forma u otra marcan la temporada y, en muchas
ocasiones el éxito de una película. A todos nos viene a la cabeza el Festival
de Cannes (en Francia), la Biennale de cine de Venecia (en Italia), en más pequeño
formato, pero igualmente excepcional el Zinemaldia o Festival Internacional de
cine de San Sebastián (en España), pero hay otro que, aunque mucho más reciente
que estos, ha sido plataforma de lanzamiento de grandes títulos, os hablamos
del Festival de Cine de Sundance (en Utah, Estados Unidos).
En Sundance, a diferencia
del resto de festivales, no se presentan las películas más comerciales, sino
más bien, las englobadas dentro de lo que conocemos como cine independiente.
Con todo, de allí han salidos grandísimas películas como “Precious”,
“Whiplash”, “Beach Rats”, “Tierra de Dios”, “Minari” o “Pequeña miss Sunshine”
que se han catapultado como mejores a la mayoría de sus rivales comerciales.
En esta entrada nos
centraremos en una de estas películas, la ganadora del festival de 2014 “Whiplash”, una
cinta de Damien Chazelle que, pese a no conseguir el éxito en taquilla, ha
maravillado a quien ha optado por verla, y hoy en este pequeño rincón os
contaremos el porqué.
“Whiplash” empieza
presentándonos a Andrew Neiman (a quien da vida Miles Teller), un joven
estudiante de primer año de jazz en el Conservatorio Shaffer de Nueva
York. Andrew es el primer integrante de
su familia en dedicarse a la música, su gran pasión y su gran sueño, ser un
baterista de talla mundial.
Un día, mientras estaba
practicando en solitario en una de las salas del conservatorio, hace acto de
presencia Terence Fletcher (interpretado por J. K. Simmons), un célebre
director de orquesta y profesor del Conservatorio. Fletcher es temido por todos
los alumnos por sus radicales métodos, pero a la vez, es la ilusión de todo
alumno que se fije en él.
El día de su encuentro, y
pese a que la prueba a la es sometido no sale bien del todo, Neiman recibe la
invitación de Terence para ensayar con su grupo, la Studio Band, ocupando el
puesto de batería suplente.
Ya en el primer ensayo,
Neiman se da cuenta de cómo las gasta Terence, insultando gravemente a sus
estudiantes y echándolos del grupo al menor error. Cuando le toca ensayar
“Whiplash”, una complicada pieza, Neiman sufre en sus propias carnes el
maltrato del director, quien le acusa de no mantener el ritmo hasta el punto de
que, preso de los nervios le lanza una silla y le castiga provocando las
lágrimas del joven estudiante.
En día sucesivos, Neiman
se deja, literalmente, la piel ensayando y buscando el ritmo que pretende
Terence. Esta entrega hace que la relación entre ambos mejore hasta el punto de
que el profesor se lleva al alumno a una competición. Allí, Neiman debe sustituir
al baterista principal ya que este, ha perdido la partitura y no se la sabe de
memoria. El éxito es total valiéndole a Neiman la plaza de batería principal.
Con todo, la alegría le
dura poco, pues Terence ficha a un nuevo baterista, bastante menos talentoso
que los dos anteriores. En la preparación de una nueva competición, los tres
bateristas deben enfrentarse a una maratoniana sesión en la que Terence pierde
los nervios, les patea e insulta constantemente.
Neiman y Terence en pleno ensayo |
Finalmente, la plaza es
para Neiman quien el día de la competición sufrirá un aparatoso accidente
después de un calamitoso viaje hacia el concierto. Con todo, y después de
enfrentarse a Terence, Neiman toca ensangrentado y herido como baterista en el
concierto, aunque a Terence no le gusta y detiene la interpretación
despidiéndole allí mismo. Este acto acaba provocando que Neiman agreda al
director en pleno escenario. Como es obvio, Neiman es expulsado de Shaffer, no
sin antes, y con la ayuda de su padre denunciar a Terence.
Después de unos meses
alejado de la música y de su ilusión, las vidas de Neiman y Terence vuelven a
encontrarse para la lucha final, aunque esto, como ya os podéis imaginar nos
guardaremos celosamente.
Técnicamente os diremos
que “Whiplash” se adentra en el mundo de la superación personal, aunque,
mezclado magistralmente con el arte, la sumisión y porque no decirlo,
en muchas ocasiones, la humillación y lo hace usando un curioso juego de
poderes entre maestro y alumno con una dialéctica cruel y descarnada, que es a
la postre, lo que le aporta un toque distinto a otras películas que abordan el
mismo tema.
Otro de los puntos donde “Whiplash”
sobresale es la banda sonora, algo que, realmente se agradece, tanto para
suavizar los enfrentamientos como a la vez, para dar profundidad a los mismos y
meternos en un mundo, para muchos, desconocido, el del jazz. Gracias a su banda
sonora, entramos en el mundo del jazz y casi sin degustarlo, el creciente ritmo
y tensión que se le impone a “Whiplash” se nos transmite directamente,
sufriendo por Neiman frente al más que exigente Terence.
Interpretativamente os
diremos que, “Whiplash” cuenta con dos interpretaciones magistrales, la del
tirano Terence Fletcher (interpretado por J. K. Simmons) y la del contenido,
constante y luchador Andrew Neiman (a quien da vida Miles Teller), dos trabajos
con los que ambos se lucen se compenetran y cumplimentan mientras evolucionan por
diferentes estados emocionales. Ambos realmente soberbios.
No os vamos a engañar, en
el equipo no conocíamos nada de “Whiplash” y nos cautivó durante todo su
metraje, por tanto, por esto y por todo lo que os hemos contado, nuestra nota
final para “Whiplash” es de un 8 sobre 10.
Título original: “Whiplash” - 2014 - USA
Dirigida por: Damien Chazelle
Duración: 103 minutos
Género: Drama, musical
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