Os apostamos un guisante a que todos tenemos un superhéroe de cabecera, un favorito: para algunos, Spiderman, para otros, Superman o incluso el caballero oscuro, Batman. Incluso entre los del equipo tenemos alguna divergencia: mientras que J siente cierta predilección por Batman, al J que en esta estrofa os escribe siempre le ha gustado Superman (¿será por lo de vestir los calzoncillos por encima del pantalón? Hmm).
Bueno, la cuestión es que el pasado domingo vimos la oportunidad de intentar ponernos de acuerdo en este punto ya que en el cine se estrenaba “Megamind” de Dreamworks, la historia de un nuevo superhéroe, o de dos, o de tres, o de… en fin, una historia animada de superhéroes.
La historia empieza en un lejano planeta donde se están viviendo sus últimos segundos de existencia. Allí, unos padres meten a su pequeño y su mascota en una bola espacial que lanzan en pro de un futuro mejor para su pequeño. Su destino es la Tierra.
En su camino, se cruza con otra pequeña bola espacial, la cual ha sido lanzada desde un planeta vecino, igualmente condenado a la desaparición. Al final, en una especie de competición espacial, nuestro protagonista es desviado fortuitamente de su trayectoria final, y mientras el segundo niño aterriza en una adinerada casa, nuestro protagonista lo hace en el patio de la prisión de Metro City.
Ambos niños comparten una característica: poseen dotes que los hacen especiales, pero el hecho de ser criados en lugares tan diferentes hace que cada uno oriente estas dotes hacia un lugar determinado, convirtiéndose Metroman (o Mr. Perfectito, como gustéis) en un superhéroe que tiene como meta ayudar a todo el mundo, mientas que Megamind (o el superhéroe malo que siempre, siempre pierde) tiene como objetivo putear al personal. No obstante, en este punto comienza la parte importante de la historia, demostrándose que ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos, ni los inocentes tan inocentes como pueden aparentar a primera vista, ni… en fin, que, tal y como se acostumbra a decir en estos casos, hasta aquí podemos leer.
Lo mejor de “Megamind”
- El efecto 3D. De las últimas películas en 3D que hemos visto últimamente (“Gru mi villano favorito”, o la pésima “Alicia en el país de las maravillas”), esta es de las mejores, con unos efectos realmente espectaculares.
- La caracterización y definición de los personajes está realmente bien, con el supuestamente bueno en plan chulo de gimnasio, y el supuestamente malo como un mequetrefe del tres al cuarto.
- La historia. Pese a que tiene algunos pasajes que son simplemente copia de otras películas, la historia de “Megamind”, haciéndonos ver que nadie es perfectamente bueno, ni perfectamente malo, es ciertamente original, tanto en idea como en desarrollo.
Lo peor de “Megamind”.
Sin lugar a dudas:
- Pese a basarse en una buena idea y un más que acertado desarrollo de la trama argumental, los del equipo salimos con la sensación de que, desde Dreamworks habían desaprovechado la oportunidad de hacer algo grande, ya que la sensación de haberse quedado en un “quiero y no puedo” es más que notoria.
- El paralelismo inicial con la historia de Superman. El envío por parte de los padres de Megamind a la tierra a bordo de una pequeña nave espacial, es más que una mera coincidencia, una copia.
Para finalizar, vamos a daros la valoración final por nuestra parte que es: para J un 6.5 por qué se lo podrían haber currado un poco más a la vista de los recursos empleados, y para J, un 7 por qué pese a estar de acuerdo con el resto del equipo, se divirtió en el cine como uno más de los muchos peques que había en la sala.
Título original: “Megamind” - USA – 2010
Dirigida por: Tom McGrath
Duración: 96 minutos
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