“¿Dónde estoy? ¿Qué es todo esto que me rodea? ¿Qué va a ser de mí?”
Seguramente todo lo anterior es lo que estaba pensando a su manera la pobre perrita que, el pasado miércoles, atravesaba la autovía C-25 en un punto situado a unos 20 kilómetros de Manresa (Bages – Catalunya). Precisamente el pobre animal estaba atravesando la autovía cuando mi pareja y yo circulábamos por ella, lo que nos obligó a frenar para evitar atropellarla, y lo que, a la vez, se transformó en un accidente de tráfico al chocar contra nosotros el coche que circulaba detrás nuestro. Por suerte, las consecuencias se han quedado en daños materiales en la parte trasera de nuestro Citroën y desperfectos en el frontal del Peugeot del conductor contrario, además de una pequeña contractura en mi cuello que no reviste gravedad.
¿Qué por qué os explico esto en un blog en el que hablamos de temas audiovisuales? Pues para denunciar el constante abandono de animales que se sigue produciendo hoy en día, algo que me parece especialmente lamentable.
La perrita no fue atropellada por ninguno de nosotros, así que lo primero que hice cuando comprobé que todo estaba bien, fue acercarme por el arcén donde nos detuvimos a rellenar el parte de accidente a ella, llamarla para que se acercara, recogerla, y meterla en mi coche (el otro matrimonio, aunque quería hacerlo, llevaba un animal consigo, por lo que entre todos consideramos adecuado que fuésemos mi pareja y yo quien la recogiéramos). Y, cuando iniciamos el viaje, comenzó a hervirme la sangre, puesto que no lograba alcanzar a entender cómo había podido ser abandonada a su suerte en plena autovía. Nunca en mi vida había visto nada similar: Una perrita de no más de tres años de edad, pequeña de tamaño y cariñosa como ella sola. Fue una grata compañía a lo largo de un viaje en el cual intentamos, por todos los medios, buscarle un dueño en nuestra ciudad (Vitoria), pero todo fue un intento que no fructificó, lo que hizo que sintiera en lo más profundo de mí ser que había fracasado en el intento. Tanto mi pareja como yo deseábamos llevarla a nuestra casa, pero el hecho de tener un gato que manifiesta un comportamiento un tanto agresivo contra otros animales nos frenó: no queríamos que ambos se hiciesen daño. Por otro lado, nadie podía hacerse cargo de ella, lo que me llevó a trasladarla a la policía local de mi ciudad, pidiéndoles que, por favor, la trasladaran a la protectora de animales de Álava, lo que hizo que me sintiera aún peor: no recuerdo haber llorado tanto como lloré la noche del miércoles, ni haberle dado tantas vueltas a la cabeza como le di el jueves hacia este asunto (y que a día de hoy a los dos nos sigue rondando por la cabeza). No hacemos más que pensar en ella, e incluso nos estamos planteando adoptarla y recogerla de la protectora (si es que, en estos dos días que han pasado, no la han adoptado ya). Sabemos que es complicado, pero nuestro gato pasa temporadas tanto en Vitoria como en Gironella (localidad catalana donde vive una parte importante de nuestra familia, y donde hemos pasado este puente), pero la adopción del perro supondría el traslado definitivo de domicilio de nuestro gato, lo que hace que estemos sopesando fríamente las alternativas de las que disponemos.
Con todo, mi objetivo al escribir estas líneas no es contaros cosas sobre nuestra vida que, a lo mejor, no os interesan en absoluto. Mi objetivo no es otro más que denunciar el maltrato, el abandono y la dejadez a la cual se ven sometidos muchos animales año tras año, al considerar que la aparición de una perrita en una autovía se debe más a esta circunstancia que a un hipotético despiste de sus propietarios. Y, si fuese esto último (que lo dudo, ya que buscamos y buscamos por el cuerpo del animal y no encontramos el chip identificativo que deben llevar los animales, además de tener la pobre perrita algunas heridas que descubrimos con posterioridad que parecían hechas por algún humano), ¿Quién ha sido el inteligente que ha decidido sacar a su perro a pasear sin atar cerca de una autovía cuando el animal no sólo puede hacerse daño a sí mismo, sino que puede provocar un accidente que puede tener graves daños?
Las personas que abandonan a los animales son unas irresponsables y unas hijas de puta (con perdón de la expresión, pero creo que estas palabras son las que mejor definen a te tipo de, digamos, “personas”), que no tienen sentimientos ni respeto, que se piensan que un animal es un juguete, que no piensan en los demás y que son unas egoístas. Y, si no lo son, ¿alguien puede explicarme por qué deciden poner a un animal en su vida si son incapaces de asumir las responsabilidades que conlleva? ¿Acaso se han dejado llevar por esos estúpidos anuncios navideños que cada cierto tiempo hacen acto de presencia instando a las personas a que regalen animales por navidad, como si estos fuesen meros objetos? ¡Vaya asco de sociedad!
Por último, me gustaría pedir a todas aquellas personas que tengan un perro y que lo quieran que, por favor, lo lleven siempre atado y que no lo dejen pasear sólo. De esa manera no sólo os ahorraréis un disgusto, sino que también contribuiréis a evitar accidentes como el que sufrimos el pasado miércoles.
En mi nombre y en el nombre de mi pareja, gracias por escuchar nuestra historia y nuestra denuncia.
Hasta la próxima.
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