Cuando uno piensa en un lobo, inmediatamente le viene a la cabeza la
imagen de uno de los animales más depredadores y bellos que habitan nuestros
bosques, ya que, disfrazado bajo la apariencia de un perro feroz, se aprovecha
para saciar su hambre de carnívoro. Cuando los del equipo nos decidimos por ver
“El lobo de Wall Street”, poco nos imaginábamos el analogismo.
“El lobo de Wall Street” es la última apuesta, hasta el momento, del
veterano Martin Scorsese. Una vibrante y transgresora adaptación
cinematográfica de la autobiografía de Jordan Belfort que está llamada a dar
mucho que hablar y a conseguir más de una de las preciadas estatuillas de los
Oscar 2013.
La historia empieza justo en el momento en que Belfort (Leonardo
DiCaprio) está celebrando una desenfrenada fiesta en su empresa y se pregunta
cómo ha llegado hasta allí.
A modo de flashback, la acción se sitúa a comienzos de 1987, cuando un
joven Jordan Belfort entra a trabajar en una gran firma de Wall Street
iniciando así su sueño vital: hacerse rico rápidamente. Allí, seis meses más
tarde y bajo la atenta supervisión y enseñanzas (es quien le inculca el valor
del beneficio máximo mientras se disfruta del alcohol y de las drogas) de su
mentor Mark Hanna (Matthew Mcconaghey), se convierte en agente de bolsa, eso
sí, en el peor día que podía hacerlo, el fatídico Lunes Negro.
Sin trabajo y sin dinero, pero con una ilusión enfermiza por hacerse
rico, Belfort acepta el consejo de su esposa y, en vez de cambiar de oficio,
continua en el mundo de la bolsa dirigiéndose a un centro inversor de Long
Island, donde se comercializan acciones de “a céntimo”. Auténtica basura, pero
con un beneficio del 50% sobre cada venta, algo muy goloso para un vendedor
nato como Belfort.
Con el paso del tiempo Belfort conoce a Donnie (Jonah Hill), y juntos
impulsan la idea original de nuestro protagonista, fundar su propia compañía de
venta de acciones a céntimo. Para ello, decide contar con ciertos amigos suyos
(vendedores, vendedores de marihuana, etc.) y funda “Stratton Oakmont”.
La empresa inicialmente vende acciones a gente de la calle, pero
pronto cambia de cliente objetivo (el dinero está en los ricos, no en los
trabajadores) y empieza a crecer exponencialmente.
En pleno éxito profesional, la vida personal de Belfort empieza a
resentirse, y entre tantas fiestas con sexo y drogas (tanto en la oficina como
en casa), prostitutas, viajes a todo lujo, la distancia con su mujer es cada
vez mayor, a la par que el FBI empieza a investigar “Stratton Oakmont”.
Evidentemente el ritmo de fiestas y desenfreno no tiene fin, aunque lo
que sí que lo tiene es nuestra explicación del argumento de “El Lobo de Wall
Street”, y llega justo ahora para dar paso a nuestra visión técnica.
Técnicamente, lo primero que nos gustaría resaltar es el excelente
trabajo de Leonardo DiCaprio, ya que, a los pocos minutos de aparecer en
pantalla llegas a odiar profundamente a su personaje. DiCaprio en esta película
no está grande, está grandísimo y lo borda, tanto en las secuencias de Lobo de
los negocios, como en las secuencias en las que se mete en la piel de un
drogadicto. Quien también lo hace muy bien, aunque tiene un personaje soberanamente
odioso, es Jonah Hill, lo que tiene su mérito especialmente si tenemos en
cuenta que se trata de un actor mucho menos conocido, por lo que, pensamos,
esta película debería servirle para conseguir más trabajos en el futuro.
Belfort (Dicaprio) y Donnie (Jonah Hill) luchando drogados |
El montaje, solo tiene alguna pequeña laguna sobre todo en lo que se
refiere a la ambientación, como, por ejemplo, en el flashback que lleva a
Belfort a sus comienzos, donde ni DiCaprio parece tener 20 años (no le quitan
ni uno), ni el restaurante donde está con su mentor Mark Hanna parece sacado de
los años 80. Lo que sí nos gusto fue la explicación de algunas secuencias,
primero vistas desde el punto de vista de Belfort drogado, y, después, desde la
del resto.
De todas formas, el gran mérito de esta película está en profundo asco
que, como espectador, puedes llegar al sentir al conocer la realidad de un
hombre de negocios sin escrúpulos y con escasa moral, que es capaz de hacer las
mayores atrocidades por conseguir cada vez más y más dinero, siendo esto,
además, algo que le hace perder el control de forma obsesiva al afrontar las
victorias y derrotas realizando todo tipo de excesos.
En nuestro caso, llegamos a preguntarnos y a reflexionar sobre los
métodos empleados por algunos de los multimillonarios más populares en la
actualidad para lograr su posición actual en vista de que Jordan Belfort llegó
hasta donde llegó pasando por encima de todo y de todos, relatándote además la
película algunos ejemplos de esto que aquí escribimos con verdadera crudeza. Es,
por tanto, un buen dilema al que enfrentarse, y que, seguramente, analizaréis tras
visionar la película.
Con todo, os recomendamos encarecidamente ver la película, la cual ha
sido para nosotros toda una sorpresa en lo cinematográfico por lo bien hecha
que está y por cómo pasan sus casi 3 horas de duración en apenas un instante,
siendo por todo ello nuestra valoración de un 8,5 sobre 10.
Título original: "The Wolf of Wall Street" - 2013 - USA
Dirigida por: Martin Scorsese
Duración: 179 minutos
Género: Biográfica, Drama
Muy impactante al punto que se te van volando las horas, tres casi. El personaje de Thomas Middleditch fue pequeño pero interesante, pudo haber explotado más.
ResponderEliminarNo me defraudó la película, y seguramente la vuelva a ver, sólo por comprobar si el segundo visionado me sigue gustando como así lo hicieron otras películas de Scorsese.
ResponderEliminar