Cuando descubrimos a Manolo Caro, no os lo negaremos, nos pareció como un soplo de aire fresco, una persona capaz de contar una historia cotidiana, darle un toque cabaretero con el único objetivo de divertir, lo cual, y viendo los tiempos que corren no está nada mal. Un poco más adelante, vimos que varias personas lo consideraban, un poco en plan despectivo, como el nuevo Pedro Almodóvar mexicano.
¿Por
qué decimos despectivo? Por que quienes lo dicen lo comparan porque en sus
obras siempre hay una referencia o parte de la trama que gira en torno al
colectivo LGTBI, nosotros, personalmente, y después haber visto la mayoría de
sus series de televisión (“La casa de las flores”, “Alguien tiene que morir”),
no le vemos dicho parecido, aunque sí, es inclusivo en este sentido.
Este
2022, ha llegado al catálogo de la plataforma de streaming Netflix su última
serie y quizá, la más mamarracha (entendiendo mamarracha como ridícula o
extravagante, pensada para hacernos reír) que ha hecho hasta el momento, “Érase
una vez (pero ya no)”.
“Érase
una vez (pero ya no)” empieza llevándonos a una época muy, muy lejana y en un
recóndito e imaginario reino en España, donde nos encontramos con una princesa,
Soledad (interpretada por Mónica Maranillo) en edad de casarse, aunque sus
madres, las reinas pretenden que se case con un príncipe, ella está enamorada
de Diego (a quien da vida Sebastián Yatra) un humilde pescador.
Como
las reinas no aceptan este amor, Diego decide irse a la guerra para demostrar
su valía, pero para garantizarse que Soledad le espere, contacta con una bruja
(Daniela Vega) quien le hace un conjuro; Soledad deberá cuidar un pequeño
dragón azul hasta su vuelta y él estará protegido por un amuleto encantado, eso
sí, a cambio de que, hasta que vuelva y liberen el dragón en el lago, nadie del
pueblo se enamorará.
El
resultado es que, Diego muere en el frente. En la actualidad, y con el conjuro
aún en vigor, el castillo se ha convertido en un hotel que se aprovecha, como
puede, del dragón azul y la leyenda de Diego y Soledad. El hotel es regentado
por Mamen (Rossy de Palma), la madre del joven Maxi (Sebastián Yatra) quien a
la vez ejerce de gigoló en el hotel con las clientas que le pasa Candela (Itziar
Castro), la guía turística.
Además
de estos personajes, nos encontramos al ama de llaves (Lola) que a la vez es la
madre de Goya (Mónica Maranillo) una joven animalista vegada interesada en
liberar al pequeño dragón azul, y, sobre todo, a una pareja de huéspedes del
hotel, Antonio (Asier Etxeandia) y Juana (Nia Correia).
Han
pasado varias generaciones, pero el pueblo continúa hechizado, sin amor y todos
los personajes actuales (salvo Mamen) son reencarnaciones de los originales,
aunque ellos, obviamente no lo saben.
Maxi,
irremediablemente cae rendido, enamorado de Juana (vaya, que es el único del
pueblo que se puede enamorar), y esta, aunque está con Antonio, cae a brazos de
Maxi y más, cuando descubre que su acompañante no dejará a su mujer porque esta está embarazada. Con todo,
el resto de pueblo presiona a Maxi para que se enamore de la que creen que es
la reencarnación de Soledad, su amiga de la infancia Goya y juntos, liberen al
pequeño dragón para que rompa el hechizo que somete al pueblo.
Juana (Mia Correia) y Maxi (Sebastián Yatra) |
Y a
partir de este punto se suceden un sinfín de historias y actos a cada cual más
mamarracho, pero, aunque así sea, nosotros dejaremos aquí nuestro resumen
argumental de “Érase una vez (pero ya no)”.
Técnicamente
podríamos decir que en “Érase una vez (pero ya no)” estamos ante un auténtico
bodrio donde nada, o casi nada, funciona como debería. La miniserie
empieza con una buena secuencia de humor, aunque muy pronto descubriremos que
es un oasis, porque a partir de ese momento inicial, la historia salta sin ton
ni son entre la propia historia, el musical y momentos supuestamente divertidos
que no encajan ni en pintura.
En
cuanto a montaje os diremos que Manolo Caro ha conseguido algo realmente
difícil, convertir una historia original en un auténtico caos donde uno no sabe si
la historia avanza, retrocede o se ha perdido dos secuencias más atrás, aunque
eso sí, con una estética realmente colorista (al estilo de lo que ya vimos en
su “La casa de las flores”) y una buena selección de canciones pop.
Desde
el punto de vista argumental, lo bueno de “Érase una vez (pero ya no)” es que intenta
desmitificar ciertos toques machistas (aquí el príncipe no rescata a ninguna
princesa), de hecho, la felicidad de la chica no la aporta el hombre si no que esta,
está suficientemente empoderada como para disfrutar de su propio cuerpo y
decidir sobre su propia vida. Pena que después se estropee todo con el montaje
y la propia dirección.
Interpretativamente,
la cosa tampoco no mejora mucho no dando el pego ninguno de ellos (quizá más
por la falta de definición y profundidad de los propios personajes que por los
propios actores) ya que, por un lado, Sebastián Yatra parece más dispuesto a
mostrar su sixpack y su cuidado abdomen que en hacer creíble su personaje, Nia
Correia tampoco luce y Asier Etxeandia hace de malo, como siempre. Quizá solo
salvamos de la quema generalizada a Itziar Castro y a Rossy de Palma, aunque
tampoco brillan.
Por
todo lo que os hemos contado, y aunque a ratos nos ha entretenido, nuestra nota
final para “Érase una vez (pero ya no)” es de un 3 sobre 10.
Título original: “Érase una vez…pero ya no” – España – 2022
Género: Musical, Comedia
Año de creación: 2022
Año de finalización: 2022 (temporada única)
Capítulos: 6 de unos 25 o 30 minutos.
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