Blancanieves. Mirror, mirror

¿Quién no conoce la historia de Blancanieves? Nos apostamos un guisante a que todo el mundo la conoce. Los abuelos o los padres son geniales trasmisores de la cultura popular, y más cuando están respaldados por la genial adaptación cinematográfica que hizo Disney en 1937, en base a un cuento que los hermanos Grimm difundieron a mediados del pasado siglo XIX.

Por todo esto, y porque los del equipo estamos ya más en edad de contar la historia a nuestros descendientes (que no han llegado aún), que de escucharla de nuestros abuelos, cuando apareció en nuestras calles la publicidad de la última versión cinematográfica de “Blancanieves”, decidimos que queríamos sentirnos como niños, e iríamos al cine a verla. Y allí estuvimos el primer fin de semana de su estreno.

La película empieza con una divertida y original introducción en dibujos animados, donde graciosamente se nos cuenta la historia del nacimiento e infancia de nuestra protagonista, Blancanieves (Lily Collins). Lo curioso de esto es que sea la madrastra quien explica la historia, hecho que sabemos debido a las continuas referencias que la voz narradora hace sobre la belleza de ésta.

Una vez explicado el nacimiento de nuestra protagonista, la muerte de su querida madre, la boda en segundas nupcias de su padre y la desaparición de éste en el bosque que rodea el castillo, la película nos centra en la acción correspondiente a los días previos a la mayoría de edad de la pequeña Blancanieves.

El reino ha sucumbido a la tiranía de la madrastra (Julia Roberts) de Blancanieves. Mientras en palacio las fiestas suntuosas se suceden dejando cada vez más pírricas las arcas del reino, el pueblo apenas puede sobrevivir en el día a día ahogado por los impuestos que la déspota madrastra les impone.

Cuando nuestra protagonista se entera de las miserias que viven los habitantes de su reino, decide irlo a comprobar en persona, cruzando el temible bosque donde su padre desapareció el cual está habitado por un terrible monstruo, que nadie ha visto. Quien sí habita en ese bosque, son otros personajes que infunden pánico a la gente, 7 temibles enanos ladrones.

Blancanieves con los 7 enanitos

Pero realmente, ¿Que papel juegan los enanos en esta versión de “Blancanieves”? ¿El príncipe Alcott (Armie Hammer) tiene que besar a la novia para romper un hechizo? Nosotros ya sabemos las respuestas, eso sí, si queréis conocerlas, os recomendamos que veáis la película, pues en esta opinión, como ya os podéis imaginar, no las vais a encontrar.

A decir verdad, lo que más nos gustó de “Blancanieves” es el papel de la madrastra, genialmente interpretada por Julia Roberts. Julia consigue con su trabajo darle un tono simpático a su villano personaje, dando puntos graciosos a un personaje marcado por la ambición, el egoísmo, el egocentrismo, los celos, la rivalidad insana. En definitiva, un 10 para ella.

En cuanto a la ambientación, la verdad es que nos dejó muy fríos, y no porque estuviera ambientada en un frío y duro invierno, sino porqué la estética que Tarsem Singh (el director de la cinta), tenía una extraña estética blanquecina, más cercana a Tim Burton que a los hermanos Grimm, pero sin la magia de ninguno de ellos.

La verdad, se nos hace un tanto difícil valorar “Blancanieves. Mirror, mirror”, ya que como comedia, la verdad es que es bastante floja, y como aventura fantástica, aporta muy poco, así que, los del equipo le ponemos un 5.5 sobre 10.

Título original: “Mirror, Mirror” – 2012 – USA

Dirigida por: Tarsem Singh

Duración: 106 minutos

Género: Comedia Romántica, Aventuras